El tema de conversación durante Año Nuevo en Francia ha sido un misterioso hallazgo de ‘oro’ en un tren regional próximo a París. Durante varios días no apareció el propietario, pero este martes la policía resolvió parte del misterio.
Siempre nos quedará París, dice Bogart a su “chica” recordando,quizás, otro tiempo mejor.Todo pasa por París o casi todo…hasta los niños venían de allí. El asunto de hoy es el hallazgo de una maleta con lingotes de oro, al parecer. Todos hacían comentarios y ya, como en el caso de la lechera, ya habían invertido la recompensa.
La policía científica, tras detallados estudios, averigua que el material de los lingotes no es oro- primera decepción- y todavía al escribir esta columna digital no conocen la materia que compone los lingotes y ahí se dispara mi imaginación o la suya, la de ustedes.
La imaginación es entretenida y barata. Uno puede pasar imaginando todo el día y hacerlo en la cola del paro, si es el caso, en el banco al sol si fuera otro caso o en el puesto de trabajo que también es otro caso y este último afecta a la productividad y llega Alemania y se mete con nosotros y les llamamos nazis para empezar. Cosas de la imaginación.
Bien. Estábamos en Paris en el tren y lo estábamos,digo yo, en una hora que no era punta y por eso nadie dijo nada sobre la maleta abandonada. ¿Restos humanos de un crimen superpasional? ¿Bomba de terroristas de etiqueta múltiple? De todo menos pensar que es oro,a primera vista. ¿Quién sería el beneficiario de una posible recompensa? Ni idea; aún deben estar discutiendo.
Yo no me he encontrado nunca nada y es que al nadar siempre con la cabeza muy alta-siguiendo los consejos de mi amada y ya ausente madre-no veo nada de lo que piso y esa es la razón por la que me acuerdo de los dueños de los perros que siendo los mejores amigos del hombre, dicen, cagan que no paran.
Sin embargo lo de devolver lo que uno encuentra ni flores y por eso cuando alguien devuelve algo sale en diarios como este en el que escribo y se llenan las páginas sobre el honrado taxista o el viejecito que hace honor a sus valores.
Usted,por ejemplo, debe hacer examen de conciencia y preguntarse si devolvería o no. Imaginemos que se trata de un voto; si, un voto de esos electorales que usted ha comprobado que no sirve para nada o no sirve para aquello que usted creía que servía. ¿Lo devolvería? Devolver un voto supone dimitir. ¿A cuantos conoce usted que hayan dimitido? Siempre nos quedará París. Buenos días.