La Chispa
Bajo el ladrillo
Carlos Pajuelo de Arcos
He leído que el Gobierno ha decidido una “amnistía fiscal”, un a modo de dejar sacar a la gente su dinero de debajo del ladrillo a cambio de un algo. El ladrillo ha sido objeto de literatura y tanto es así que dicen que ese ladrillo ha generado algo que llaman “dinero negro” y de cuyo nombre se destila un tufo demoníaco, digo.
La medida convencerá, supongo, a los escondedores de tan valioso tesoro y dicen que parte de ese monto irá a paliar desvergüenzas pasadas y medio pasadas. Hay gente en el seno del PP que no está de acuerdo y eso que está en el seno que es mejor, por lo visto, que estar a la “luna de Valencia” o al “qué hay de lo mío”.
Se verá pronto que un minirío de oro mugriento- por el tiempo que puede estar escondido, llegará a las arcas y en Moncloa los asesores serán felices. Algo de misterio rodea esto de sacar el dinero escondido.
¿Dónde lo tienen? ¿En La Suisse, en algún paradiso fiscal bañado por el Caribe pirata? ¿En la rocosa piedra de Gibraltar? Gibraltar español gritábamos cuando éramos más jóvenes y nos querían distraer con la conspiración judeomasónica, era para entretener el hambre de algunos miles. Bien. Misterio hay.
Todo esto del dinero que va y viene, que se esconde y que parece como un milagro del pan y los peces tiene algo de novela negra o al menos de cuento de misterio.
Me trae a la memoria algo que ya he contado a quien quiera escucharme. En plena contienda civil y con esa España divida en dos o en tres- que todavía seguimos con esa historia-mi madre tenía un dinero que decidió guardar en una caja vertical de hojalata que antaño había contenido algo parecido a vitaminas para dar al “nene” un refuerzo. Como no se sabía quién iba a ganar y por un “por si acaso” enterró la caja en una maceta de geranios que regaba convenientemente. El dinero se estropeó medio podrido y además habían cambiado las series y unas valían y otras no.
Ahora lo guardas en un Banco o bajo un ladrillo. Cuidado. Buenos días.