NO CON MI SUEGRA
Hace algún tiempo un libro y una película de nombre “No sin mi hija” tuvo una cierta e importante repercusión.
Narra la lucha que una madre “occidental” mantuvo con su marido y familia, de origen de Oriente Medio, hasta que por fin pudo “escapar” al ahogo, al control y regresar a su mundo con su hija.
Un enfrentamiento de culturas, un desencuentro con las costumbres y los clanes familiares y el rol de la mujer en algunos países.
Parece que la incomprensión va a más. Es “el anem a mes”
Se extiende como una mancha de aceite. Llevamos en funciones meses y es que no se entienden, no saben tolerarse. El colmo es esta noticia. La noticia para reflexionar es la siguiente:
No a todos los hombre casados les cae bien su suegra, pero el preso argentino Nélson Miguel Amaya parece que ha ido un paso más allá.
Condenado a arresto domiciliario por supuesto asesinato de su cuñado durante una discusión familiar, se le permitió no ingresar en prisión debido a su ausencia de antecedentes penales. Sin embargo su respuesta no fue la esperada al presentarse en la comisaría para solicitar su reingreso en prisión. Su argumento fue claro: “Prefiero estar en la cárcel”.
La convivencia debió de resultarle tan dura que tan sólo aguantó diez días antes de darse por vencido.
Da para mucho y sobre todo puede dar para que usted se pregunte. ¿Puedo vivir con mi suegra?, aunque sé que hay personas que dirán:
A mi me encanta mi suegra porque me hace un cocido extraordinario o me habla suavemente cuando me ve irritado o no le importa compartir conmigo la retransmisión del partido.
A ella también le gusta el fútbol y a mi mujer no y por eso, es curioso, ahí tienes a mi esposa con su película del día en un televisor que le he comprado de una parte y a mí con mi suegra, viendo al Atleti y gritando conmigo el grito de los colchoneros, en otro ( que también he comprado yo, que se sepa)
Debemos practicar el consenso, el asumir que hay otros que opinan de forma distinta.
Si -contesta uno – pero:
¿Yo podré seguir poniendo los pies en la mesa centro, mi cerveza sobre el sillón del tresillo, fumar como un carretero ( ya no quedan casi y por eso pongo este oficio no se me vayan a querellar o ponerme una denuncia un colectivo del algo) y gritar insultos o vivas según vaya el partido?
“Conmigo no cuentes” – contesta otra, la esposa que pasaba por allí, por el comedor.
La suegra que pasaba por allí, por el mismo comedor – normal porque vivía con nosotros, dijo, al aire- “conmigo si cuentas, que esta noche empieza la Liga”
Mi mujer que también estaba ( ya se ha dicho antes) y es por tanto normal porque vivía allí con mi suegra y yo – indignada-dijo:
“Cásate con ella y a mí me dejáis en paz”.
Tras un corto, cortísimo espacio de silencio trágico añadió- “ah!! eso sí, mi tele no me la toquéis que esta noche ponen “los Intocables” y a mi Ness me chifla”.
Se alejó indignada con un gesto despectivo y un brillo de alegría en los ojos ( creo que es porque quería, y podía ,ver la peli sola)
La pregunta no me la hagan a mí. Yo no tengo ahora suegra. Hágase usted la pregunta. ¿Viviría con mi- o sea con su suegra?
Si, si. La suya. Que ya le he dicho que yo no tengo. Buenos días.