A FAVOR DEL GREMIO
En estos días de aciago calor sin lluvia que te moje la cara tienes pocas ganas de salir y cuando lo haces procuras que la salida sea corta y provechosa.
Me quedo en mi barrio y me gasto mi dinero con mis vecinos. Nada nuevo eso del Gremio. Gremio de horneros, de drogueros, de ultramarinos.
De esa forma no me entra pena al ver tanto cartelito de se alquila o disponible, donde antes había una o dos, o tres personas que constituían una familia o dos, o tres. Compras lo mismo y contribuyes a lo “provechoso”
Para que sea corta te mueves por el barrio y he descubierto que en mi barrio, a poco que mires, tienes de todo, no hace falta coger el coche y lanzarte a una aventura parkinoniana, a consumir “gasofa”.
Me siento solidario con el medio ambiente y conmigo mismo porque me canso menos y no acabo de mal humor.
He redescubierto la tienda pequeña de barrio y he hablado con personas y no con maquinas. Un humano.
Esas personas me han sugerido, me han aconsejado, me han transmitido su experiencia y con el mismo precio, o menor, que esas mastodónticas instalaciones donde, a veces, encontrar un empleado es una cuestión de dominio físico de cintura flexible, para converger en el punto donde “lo cazas”.
Me releo y me digo: “Carlos parece que estás escribiendo para un concurso periodístico promovido por la Unión Gremial”.
Lo cierto es que he recibido una carta de mi ex editor que es Presidente de la cosa Gremial y hace una serie de reflexiones, la mayor parte de las cuales no entiendo, pero hay algo que si me ha quedado claro.
Que hay que concienciar a la Administración para que destine más recursos para la innovación y el emprendimiento y menos subvenciones cuyo origen ,proceso y destino se pierde en la letra pequeña de los Boletines oficiales provinciales, locales, autonómicos o nacionales, vaya usted a saber.
Que esto de los Gremios no es de ahora, que se sepa. Yo no pretendo que sea usted un historiador en busca del eslabón perdido, pero esto de los Gremios ya era una cosa medieval y muy protectora y antes de que a mí me mandara nadie carta alguna, ya me quejaba yo de la desaparición de los aprendices, por ejemplo.
Tampoco creo yo que cada asociado acabe como Amancio Ortega en plan número 1 del mundo de esa lista de Forbes, pero dicen, no sé, que empezó vendiendo batitas de boatiné, como esas que a veces ves cuando es la hora de comprar pan o de ir a la droguería en un barrio que se despierta con zapatilla con borlas de ir por casa, o con los chufos en el pelo.
Tenía un amigo que siempre me decía que yo era entrañable. Me jodía porque entonces yo era más joven y ahora lo echo de menos. Hecho de menos a Jaime. Se ha muerto. No tiene nada que ver con esto de los Gremios, pero ahora me acuerdo de él. Era un autónomo florista. Un día contaré su historia.
Vuelvo al boatiné .Unos dirían que eso es modernismo, existencialista o cutre, según vaya la ola de tendencias.
Corto aquí porque voy a bajar a la droguería que me han dicho que han recibido unos desatascadores que eliminan casi al fontanero que te envían de la compañía de seguros o a lo mejor no lo compro y le digo al autónomo que venga y me tomo un café con él.
Corto además porque el Jefe de este diario me va a echar por abusón de espacio y tampoco es eso. Menos mal que aquí hay gremio ¿Lo hay?. Muy buenas.