GESTOS DEL AMADO LÍDER
Sin que llegue a ser un resultado “a la búlgara”, los inscritos podemitas han llevado hasta los altares a su icono transformista cual podría o puede ser el caso de D. Pablo Iglesias que se ha sobre pasado a sí mismo.
Tras sus amenazas de “El diluvio o yo” el personal adscrito se ha mojado con él. La tormenta ha amainado y todos pueden respirar tranquis.
Tras el puño en alto y el sudor marcado en las axilas (coloquialmente sobacos) , el gesto de recorrer el amplio escenario montado para el evento político musical resultó un paseo cesarista.
El brazo derecho sobre la espalda de Iñigo y el izquierdo en trance de atraer, por la vía del antebrazo, para ensayar un abrazo de oso bueno, apretando contra si en modo posesión y la barbilla de Iñigo rendida sobre el hombro de clavícula aguda del amado líder. La estampa de la rendición viva…de momento
Desde ese instante eterno hasta hoy y antes del Comité ciudadano (una especie de comité de salud pública jacobino) los ojos asombrados de un Errejón sometido, destilan entrega y sobre nada la duda del lugar adonde me va a mandar el amado líder, que ya había sido generosos enviándolo a hacer guardia a los luceros para una supuesta elección al Ayuntamiento de Madrid, cuando toquen elecciones y pactos o sea a calendas griegas. Es el exilio.
En eso y en clave valenciana, Monedero dio cuenta del desliz mitineo de un Montiel que comparaba al timonel por excelencia con Hussein o Franco y ahora el frío glacial de Iglesias que, mecánicamente, saluda al valenciano díscolo en un paripé de “la fallera mayor soy yo”.
Al fondo la gallega Bescansa es la más lista que no se supo si bajaba y subía del desbocado tren de la campaña.
Pronto la veremos en un espacio privilegiado a manera de su paisano Rajoy que aboga por el pacto razonable.
La Cruzada acaba de empezar.