CONCILIAR
No hay duda que tratar de pacificar los enfrentamientos en el ámbito de la enseñanza con motivo de la lengua, la distribución de la carga lectiva etc. supone un gran esfuerzo por parte de todos los actores del drama diario que supone armonizar ideología y planes de estudio.
Esta mañana he oído en una parada de autobús que parece que en los colegios ha triunfado la jornada continua, porque el número de los padres que han votado daba una mayoría a los que interesa esa nueva modalidad.
No todo a todo el mundo, me refiero a las madres y algunos abuelos y abuelas, presentes, les gustaba la idea y no tenían muy claro si afectaría o no a algunos o a todos los colegios, sean privados o públicos y se notaba desazón al decirlo. Convendría aclararlo, añado yo modestamente.
Armonizar la vida laboral con el tiempo libre de los niños que salgan al mediodía supone intentar contestarse a la pregunta: ¿Que hago con los niños?
Se habla de la puesta en marcha de actividades extraescolares para ese tiempo ganado para el juego.
Algunos abuelos temían, se notaba en la mirada, que ahora les habían “secuestrado” parte de su tiempo y sería un plus a añadir al que ya emplean ahora. ¿Pérdida de libertad por ayudar? ¿Fatiga añadida a la carga de los años?
Ya nos es conciliar, si no reconciliar. Muchos acusaban al colectivo de profesores de apoyarse en la mayor necesidad de juego de los niños para forzar esa situación nueva.
Creo que van a producirse desavenencias, que muchos se verán afectados en su puesto de trabajo.
Para algunos no parece que puede ser así. Me han filtrado que en determinados departamentos de la Administración autonómica se ha llegado a ver a algún alto cargo dando teta al niño o niña. Eso sí que es conciliar.
Es el modo Carolina Bescansa en el Parlamento, cuando el día de la jura del cargo electo como diputada, apareció con su niño , obviando el uso de una esplendida guardería que tiene su sede en el propio Congreso a efecto de guardar a niños hijos de padres y madres de le Patria.
Los nuevos tiempos nos alcanzan antes de las soluciones. La idea va por delante de los recursos y de los medios.
Estoy sin nietos y empiezo a pensar que la pena por no tenerlos propios se amortigua, porque me salvo de entregar parte de mi exigua vida a mayor gloria de su felicidad.
Si. Acepto que soy un viejo egoísta falto de solidaridad. Pensaré en ello.