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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

EL AUTOBÚS ITINERANTE

EL AUTOBÚS ITINERANTE

         Esta mañana he salido un rato y he decidido coger un autobús. A mí me pasan siempre cosas en el Bus, porque allí suele viajar gente, ya sé que es cosa natural, y el trabajo que yo llamo de campo, para darle un aire periodístico y social, no es más que mirar y poner la oreja y , a veces, sin que me den vela en ese entierro, participar con alguna frase- casi siempre relacionada con una crítica al Ayuntamiento, a la EMT-y de esa acción combinatoria entresacar algo que luego me sirva para enhebrar una columna y dedicársela a ustedes respetados lectores. O sea soy un cotilla.

         Como en la cartela luminosa ponía 17 minutos he decidido sentarme en un  banco, a la sazón regular de limpio, a tomar un poco el Sol, porque esta mañana una vecina me ha dicho que estaba un poco pálido. Es cierto pero ella no sabe que es por la declaración de la renta que me ha cogido un poco débil.

         Me he quedado ligeramente traspuesto, se ve, y he semi soñado que esto del bus se está poniendo de moda y de repente he visto- es el sueño- el bus de HAZTE OÍR con eso de que el nene tiene pene y la nena vulva; cosa por cierto que daba yo por sabida desde muy pequeño, cuando jugábamos a médicos y enfermeras o a papás y mamas.

         Sin solución de continuidad he visto otro bus y este era de Podemos que mezcla en sus laterales fotos de corruptos y de gentes de bien sin darse ni a Dios, ni al Diablo, sin separar el grano de la paja. Mal

         El mitin ha sido sustituido por el Bus, el Congreso por el show.

         Ya que hablan y ponen en marcha campañas sobre ruedas, mire usted por dónde me acuerdo de La Barraca, esa realidad  universitaria comandada  por García Lorca y Eduardo Ugarte que tenía como objetivo esencial llevar el teatro a zonas de España que tenían poco movimiento cultural. Se presentó, poco antes de la Navidad de 1931 en el Paraninfo de la Universidad Central de Madrid con el visto despectivo de Indalecio Prieto que hablaba de las subvenciones que recibían como “el dinero para sus títeres”. El amor fraterno surgía por doquier.

         Ya viene el bus mío, me levanto, tengo calor pero no dejo de pensar que sería más útil para estos universitarios devenidos en políticos del espectáculo, invertir su tiempo en el Parlamento y sus “pasos perdidos” en ofrecer cultura a las masas que estamos hambrientos para ser atendidos en ese campo.

         Stop a la demagogia autobusera. Luz verde para iniciativas culturales sobre ruedas. ¿Lloverá mañana?

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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