A veces creo que estamos más cerca de la madre Rusia de lo que muchos suponen. No es que yo haga ahora un ejercicio de cinismo metódico, cayendo en el chiste fácil y grosero de suponer que Garzón o Iglesias siguen el viejo dictado ideológico del comunismo demodé. No. Algunos dirían que sí, pero yo no estoy en esa línea lúdica informativa.
¡Ojo al dato!
La prensa rusa informó que el presidente Vladimir Putin toma varias veces al año un baño con sangre de maral o ciervo ruso, para potenciar su salud y su virilidad, según recoge Ojo.–Putin se baña con sangre de ciervo para ser más “hombre” y estar “sano”
No sé si será cierto o no. Hay mucho show en esto de las costumbres de los dirigentes. Por ejemplo yo no creo que el Sr. Rajoy se pase noche y día leyendo el Marca.
Si la noticia sobre el Sr. Putin fuera cierta, quizás entendería esa muestra “cariñosa” de las relaciones de la saga del Sr, Trump.
Todos buscan lo mismo “salut y força al canut (si me lo permiten en lengua vernácula, que está a punto de ser deglutida tras el 1 de Octubre y el noreferedum)
El machismo rampante en la bandera individual de cada macho alfa ibérico, estará de fiesta y buscará con denuedo sangre de animal para bañarse a falta de ciervo ruso. Pensemos.
¿Sangre de cerdo? No. Nos fastidiaría la sang en seba. ¿Sangre de toro? No quedarían para las corridas que ahora están en plena crisis de identidad animalista ¿Sangre de oso? Hay pocos y están por los Picos de Europa y no es cuestión de pegarse un atracón de kilómetros para nada.
¿Sangre de pollo? Poco viril.
Podríamos usar un truco, con tal de que no se enteren. Tomate y por eso La Tomatina. Baño total.
Yo sé que animales hay muchos y ahí está la sección de sucesos que lo atestigua, pero debemos hacer como Putin. Hay que poner en marcha un símbolo.
Podríamos hacer Patria que hace mucha falta y poner en un Spa gigante, con los colores arcoíris, a todos los capitostes dentro.
Seríamos un ejemplo para el mundo. Una transición pasada por agua. ¡Vixca!