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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

DIARIO DE UN ENCIERRO (7)

DIARIO DE UN ENCIERRO (7)       

Bien o mal, pero la cosa sigue. Ha llegado a mis castos oídos que los diputados locales se han marcado un intento de subirse el salario, Que digo yo que lo harán por solidaridad con ellos mismos, por aquello de a Dios rogando con el mazo dando. ¿Lo han logrado?

También digo yo (esto es redundante pero me ha dicho mi colega y amigo Paco Grau que cuando repites,la cosa queda más contundente repitiéndolo dos veces) digo yo que debe ser que han recibido noticias de que los ingresos 0 de todos los que disponen de caja registradora para anotar lo que van vendiendo, no han oído hace días el sonoro clic de la apertura que alegra los corazones de quienes venden.

Cero ingresos y bastantes gastos y si no hay reservas, la cosa se va poniendo de color negro. Esa es la otra cara de esta corona que va siendo de espinas…para unos más que para otros.

Yo procuro seguir las normas marcadas por nuestros dirigentes que nos siguen hablando sin terminar de ofrecernos mascarillas o kits de prueba para ver sí Si o si No estamos contagiados.

Hablar y aprovechar para explicarnos lo bien que lo hacen y echar de paso la culpa a otros (o sea eso que se llama tirar balones fuera).

He notado que los aplausos se diversifican y tienen un poco menos de intensidad sonora o puede que no, porque todo hay que decirlo me estoy quedando sordo y me gustaría que alguien, aprovechando este parón confinador, me explicara porque se dice o decía: “te estás quedando teniente”.

¿Se trata de un ataque a la honestidad de nuestras fuerzas armadas? Quien lo sepa que se explique por favor.

Continúo con mi relato de estos días y lo hago debido a que los millones de seguidores de mis escritos se han conjurado para que termine de explicar cómo terminó mi carrera hacia el bandidaje, cortada de raíz por la intervención inoportuna de un personaje de leyenda más que urbana en torno a los años 50. El consumero.

El honrado funcionario vestido de pana verde oscurecida por el paso del tiempo y el desgaste propio de quien no tenía mucha otra ropa permanecía de guardia atento y se dio el caso…pero no voy a prescindir de la introducción como si fuera una opción de Netflix porque quizás hay algún mortal que no me siga y se “enganche” a esto por primera vez, que además es gratis, y ya se sabe que “a caballo regalado…” que siempre me repetían cuando lo que me regalaban era una castaña. Otro refrán del que tengo interés en conocer la raíz.

A la sazón, decía yo, que mi madre me utilizaba como “transportador” de bienes gastronómicos – embutidos procedentes de la cercana Tavernes Blanques y lo hacía mediante el sencillo sistema de vestirme de colegial y con una cartera colgada a las espaldas.

Nada como un niño vestido de colegial para generar en el alma endurecida de los consumeros una cierta piedad y en eso estábamos durante casi un invierno cuando un día de primavera y “montados “en la jardinera- que era como se llamaba al vagón que arrastraba el tranvía que estaba al aire -recién bajados, una parada antes del fielato, un consumero más joven y más proclive a la búsqueda de estraperlistas de nivel elemental(nosotros), le dio por seguir a mi madre que a la vista de cómo se ponía el asunto decidió cogerme de la mano( error esencial porque se vio claramente que yo era un cómplice; pudo más el amor maternal que la estrategia delictiva para la operación sobrasada, lomo y tocino).

Frente a la gasolinera había entonces una senda que serpenteaba desde el camino de Barcelona hasta lo que hoy es Primado Reig y la senda desembocaba más allá del territorio objeto de vigilancia.

Por no extenderme ( tampoco sé porque no me puedo extender, pero no me extiendo) salvamos la persecución, pero el ansia de disponer de un buen tocino o algún hueso jamonero `para el tradicional cocido disminuyó y con ello mi carrera hacia el estrellato gansteril se acabó. Una promesa como yo, se quedó con un carnet de los salesianos para entrar al Circulo de D. Bosco y ver cine los domingos por la tarde y participar en el escándalo, cuando el cura tapaba el beso que el chico le daba a la chica y luego ha pasado lo que ha pasado: el disloque sensual y arbitrario de mucho beso a diestro y siniestro. Como es natural la culpa es de los fachas.

Digo aquí que no he sido nunca alumno de los salesianos, pero he llevado el babero y el carnet con mucho gusto y honra. Una medalla para mi es eso.

Mi amiga y colega ,en el periodismo y la enseñanza M.J Pou quería saber que pasaba con el tocino.

Doy un avance. Buenísimo en semibocata de pan blanco y recién hecho sin quitarle toda la miga que se usa para tapar como si fuera un “pepito”. Honor y gloria al pepito relleno de pisto y con algún tropezón( perdón es que no he desayunado y claro…

El tocino era “pescado” a escondidas de los ojos de mi abuela y de mi madre de la cacerola donde se “fabricaba” el meritorio cocido.

¿Lo dije el otro día? Lo repito.

¿Qué hubiera sido de mi carrera en USA en tiempo de la Ley seca huyendo de los Intocables de Elliot. ?

Hoy podría ser senador por lo menos y aquí ni siquiera concejal de cementerios. Por eso digo yo que no somos nada. Hasta mañana…a lo mejor.

Estoy a punto de llegar a las mil palabras y eso que lo quería hacer corto. Soy un columnista stajanovista.

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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