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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

Diario de un encierro (vamos a más)

DIARIO DE UN ENCIERRO (VAMOS A MÁS)

Algunos pensaban que hoy se acababa todo y otros pensamos que hoy sigue y seguirá todavía más allá del día 28 de abril. Ese día no será el día de la liberación. Me refiero al confinamiento o confitamiento.

El confitamiento es un estado gastronómico al que nos hemos dado algunos que durante algunas horas adquirimos el modo “nevera”, dando vueltas del comedor, o desde eso que llamaban la salita, a la cocina y que además lo envolvemos con una coartada a la que llamamos ejercicio, porque meneamos mínimamente las piernas en el ir y venir; cuando, en un acto de machismo deliberado y colocón, no haces que te lo traigan usando la astucia de estar leyendo o escribiendo un párrafo y no puedes perder el hilo. Inventos gulescos- de gula- o gulosos (de gula también).

Andaba yo esa mañana preparando minuciosamente la jornada que hemos dado en llamar de “encierro creativo”, cuando el timbre muy sonoro y cascabelero ( me lo colocó un electricista amigo en razón de mi sordera progresiva) sonó; un timbre que me da un susto de muerte, con estremecimiento incluido, pero que me espabiló de esa especie de sopor retinoso que le invade a uno cuando está cierto tiempo absorto en el ordenador, creyendo que estás escribiendo la obra de tu vida.

Debo aclarar que no es el mismo sopor que te invade frente a la pantalla televisiva – por cierto y pido perdón, porque no hay nada personal, pero el Sr. Presidente me duerme, como cuando las gacelas Thompson de la 2, huyen del león en el Serengueti ( me parece que se escribe así, pero no lo sé ; lo tengo oído de tantas veces que me suena que sí lo creo, aunque no sé si se escribe así, lo repito.

El timbre sonoro me envuelve y se anuncia la llegada, habíamos quedado antes, de Luis mi amigo médico – y, es que yo tengo en esa digna profesiónvocación algunos amigos que me dan consejos que casi nunca sigo (¿será mi condición liberoanarquista que encuentra en no hacer caso, ese punto de libertad que te hace creer que eres independiente, lo que demuestra que soy un idiota jugando a saberlo todo y que es una condición general del que es mayor?) Ya me he perdido una vez más. ¿Dónde estaba? Así que venía Luis.

Deseo ser un buen anfitrión y me lanzo a preparar unas ligeras viandas que recuerdan a un desayuno inglés (por cierto: ¿tras el Brexit, desayunarán lo mismo y seguirán conduciendo por la izquierda?

Si me dejara llevar por mi experiencia londinense como conductor, estuve a punto de ser liquidado por un autobús de dos pisos en una de las primeras rotondas que había visto en mi vida- luego he visto muchas, pero muchas, aquí. Un autobús conducido por una señora de color, o sea una negra, de tamaño considerable cuando …vuelvo a Luis que lo tengo en la puerta de entrada esperando)

Nos saludamos efusivamente como machos alfa que consiste en darse un par de golpes en la espalda; este amigo Luis es fuerte y está en forma y todavía me duelen los omoplatos, tanto que luego me di un `potingue anti dolor inútil, pero..

Le tenía prometido un ejemplar de mi última novela (siempre le “coloco” un ejemplar, de los pocos que me quedan ,a los que no pudieron venir a las tres presentaciones hechas – que digo yo que es mucha presentación) y nos sentamos bajo la premisa-pregunta del ¿ qué me cuentas?

Luis rechazó, salvo un miserable café sin azúcar, lo que yo me había prometido como desayuno y tuve que inventarme un algo para desayunar yo a fond. Utilicé como excusa cierta el que me levanto muy pronto y necesito entonarme; como galeno atento me dijo que debía adelgazar un poco y yo le dije que me sobraban 25 kilos, lo que le pareció una barbaridad como yo sabía y me dijo que con 15 estaría mejor, que no me pasara y le enseñé una bicicleta estática que tengo nueva a la vista de quien quiera mirar.

Hago una media hora de vez en cuando mientras leo y como luego me duelen las piernas me doy descanso al día siguiente. Cosas de costumbres personales que cuento yo aquí ,que cuento como si fuera Peñafiel- que ha salido cuenta, él, de su coronavirus bien, cosa de la que me alegro. ¡Que tirria le tiene a la reina Leticia!.

¿Por qué será? Le tiene tanta tirria que a veces me da un poco de pena. Debilidades que tiene uno.

La veo a veces y me acuerdo de Asturias y de mi amigo Ángel y me dan ganas de cantar “Asturias patria querida” pero ese es un himno muy bonito, pero demasiado usado por los que van cargados de alcohol

Vuelvo a Luis que dice que come una sola vez al día (no me lo creo, pero…) y el resto se alimenta de infusiones.

¿Será normal? Lo comento con otro galeno al que llamo por teléfono para ver como va la cosa y me dice que sí. Que hay gente que hace eso.

Como no tengo permiso de Luis no cuento que tiene una divisa para su vida, pero si cuento que está hecho un atleta y que todos los años participa en una carrera-marcha, la de los legionarios, que son 101 kilómetros y este amigo ya tiene su edad y para asombro mío se ha hecho varias veces el Camino de Santiago.

Hablamos de todo un poco, poco de política. Está todo hablado. Hablamos de las relaciones matrimoniales y al comentarle de yo quiero hacer un algo escrito sobre la cohabitación mujer hombre él afirma que tiene que quedar claro, desde el principio, el tipo de conducta de cada uno en el matrimonio y no cegarse por la cosa sexual, sino por todo. Ya.

Yo me río, ahora me río, antes no, por eso del sexo. Yo para quitarle hierro al tema, le cuento la anécdota del contrato entre Onassis, el naviero rico de Grecia que empezó haciendo contrabando de tabaco en un Hotel de Buenos Aires siendo conserje ( lo he leído, aunque vaya usted a saber) y acabó casándose con la viuda del presidente Kennedy y en cuyo contrato figuraba el cambiar todos los días las sabanas de seda de su cama (menudo trabajo .Yo supongo que tendría a alguien que lo hiciera por él) y el número de veces de eso que llaman “hacer el amor” al mes.

Repito al mes, no a la semana o al día que dirían algunos alfa que yo conozco. Mucha imaginación.

Por cierto. ¿No estaba muy delgada la viuda del presidente? No sé. Continuamos y de repente se hicieron las 11 y dejamos ahí la charla. Continuará. Mañana…a lo mejor.

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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