SOBRAN LOS INSULTOS
En este tiempo de reclusión forzosa los confinados debemos realizar tareas diversas, para que las veinticuatro horas de cada día parezcan 12 en vez 50, por ejemplo. No es fácil conseguirlo.
Una rutina cómoda es la de sentarse en el hueco que tu culo deja cada día en el sofá de turno; con ello estás mostrando un desprecio infinito hacia las docenas de insinuaciones para que hagas ejercicio, aplaudas o hagas caceroladas sin saber su eco.
Una vez es un homenaje y otra una repulsa. Es distraído, pero el respetable supone, olvida y alguno llega a creer que el Gobierno hace oídos sordos a estas manifestaciones pasándoselas por el llamado forro. No está equivocado del todo. No hay esperanza ahora.
Tengo un amigo especialista, doctorado, en sofá.
Su sofá está repleto de adminículos varios para evitar mover el esqueleto y sus correspondientes músculos. Mandos de diversas funciones, bolsones laterales para revistas de diferentes contenidos y uno especial para libros y una extensión para bebidas.
Él dice que está mejor que en la cama y de hecho muchos días amanece allí retrepado en sonoro respirar, con imágenes relajantes en silencio, músicas seráficas. Le encanta la enormidad silenciosa de los cachalotes y el sonido del viento de los anuncios de Iberdrola.
Ayer lo visité y estaba indignado. Decía, excitado, que en este Congreso se han perdido las formas y los insultos sutiles han sido sustituidos para dar a la luz obscenidades personales.
Se refería, al parecer, al rifirrafe entre una Sra. de Vox la diputada Olona y el actual ministro Marlaska acusado allí de gay. Un tono despectivo, hiriente, inflamado e INOCUO por otra parte.
Una pena la perdida de aquellos parlamentos repletos de citas, eruditos, bellamente construidos de antaño.
Adiós a los Cánovas ya nada queda de aquellas intervenciones de Emilio Castelar, Salustiano Olózaga, Francisco Pi y Margall, José Canalejas, Nicolás Salmerón, José Echegaray…y hoy han pasado Rajoy, Zapatero, Pajin, y algunos de ahora que no menciono para evitar ser detenido, a lo mejor. En las actas del diario de sesiones van dejando huella burda e insolvente. Termino con un ruego a los diputados. Vuelvan al colegio y estudien buena conducta.