¿Que les cortaría usted? No tocar el escroto.
LASPROVINCIAS.ES
28.09.10 – 00:18 –
LA CHISPA CARLOSPAJUELODEARCOS. CARLOS PAJUELO |
Estaba yo, de niño, en Barcelona mirando el puerto debajo de la estatua de Colón cuando miré arriba, a Colón y vi que señalaba una dirección con el brazo extendido y con el índice enhiesto hacia el horizonte. Es día tuve una iluminación, una visión; la del dedo índice.
Otros pensaron que era América. Yo no. Para mí el dedo.
El dedo índice es el imperativo categórico por excelencia y aunque es el segundo dedo de la mano, debería ser el primero, ya que para mí el dedo gordo solo es un acompañante necesario.
Hoy se acusa a todo el mundo que en política es, que ha adjudicado a dedo el proyecto y el presupuesto tal o cual; yo estoy seguro que Luna, en su día, otro del PP en el suyo, habrán visto unos expedientes y señalando con el dedo y mirando al horizonte partidista habrán dejado caer, con contundencia de voz y mando en plaza, la fatídica expresión de: ESE.
Y ya está el índice imperativo. Ya ha actuado.
Luego cuando es señalado por otros que le acusan de elegir, de adjudicar, de señalar ‘a dedo’ el mismo dedo de la mano culpable hace movimientos de izquierda a a derecha y viceversa negando la mayor. Es el dedo en acción negativa.
Y digo yo, ¿no sería mejor cercenar el dedo culpable? «Muerto el perro se acabó la rabia», ampara el pueblo con sus sabios refranes.
Es el dedo transcendente.
Las colas de parados, las pobres gentes que acuden a los comedores o a los gestores de la distribución gratuita de alimentos necesitan una cierta venganza.
No basta con la victoria de Alonso; tampoco con una huelga a destiempo y cuando ya la reforma laboral es un monstruo que anda solo.
¡Qué mejor para esa venganza que un acto público de ‘corte de de dedos índices’!
¿Soy cruel? Cuando llegaron los norvietnamitas a Saigón ahorcaron a tres individuos que habían acaparado y especulado con alimentos, reteniéndolos para hacer subir el precio.
¿Bastaría con el dedo que marca la diferencia, que toca el timbre para que le traigan el coche, o para que les sirvan un café? ¡Ah! No. ¡Qué malo soy. Buenos días.