-
DEL APLAUSO AL HARTAZGO
Hace unos meses el personal estaba encantado con sus sanitarios y cada día, a las ocho de la tarde, se podían oír los aplausos y en muchos casos algunos conciudadanos creativos “inventaban” actuaciones que iban desde el canto al baile, y todo se hacía en el espacio destinado a balcón.
La televisión se hacia caja de resonancia y miles de imágenes de gente satisfecha aparecían en pantalla.
Todos nos decíamos que el asunto se resolvería en dos patadas, porque aplicábamos la creencia de “la mejor sanidad pública del mundo” y la sentíamos capaz, como institución, de vencer al virus.
Los prohombres de la política cantaban victoria.
Fueron cambiando las imágenes y ya la gente no salía al balcón, se aplaudía menos.
Surgen los debates acerca del número de contagios y la tasa de letalidad y se insiste en compararlos con otros países
Nadie habla de China que es capaz de confinar a 500 mil habitantes y vigilarlos con el ejército en la calle, sin dejarlos salir de casa.
Se persigue aplanar “la famosa curva” de contagios y al mismo tiempo se ponen en marcha test y pruebas de PCR.
Se da la circunstancia de que la base del sistema que son los llamados “centros de salud” son prácticamente inasequibles, mediante el sistema de cita previa, de consulta para ser llamado por el médico que te toca en suerte y las centralitas tienen una grabación que te informa que el sistema no puede atender esa llamada.
La consellera de Sanidad no ha cumplido con las promesas de refuerzos profesionales y todos los días la cola se acumula en las puertas
Empiezo a pensar en que no tenemos la mejor sanidad del mundo. El caos está instalado. Nos hemos enfrentado a algo no previsto y ha surgido lo que los físicos llaman la entropía, es decir “Magnitud termodinámica que indica el grado de desorden molecular de un sistema”. Aprovecho la definición y la adapto a la realidad de hoy.
O sea, el sistema ha sido sobrepasado y faltan recursos que se habían prometido y a eso añadimos las declaraciones inoportunas de la Conselleria. Alguien nos engaña. La gestión es mala. Veremos