COMBATIR LA FRUSTACIÓN
Llevamos casi un año de vaivén de cifras y de medidas para intentar frenar la progresiva alza de contagios y de personas ingresadas por este motivo en las UCIS de la sanidad pública y ahora privada.
Se sabe que el virus avanza sin control y frente a ello solo parece existir un remedio que es la vacunación.
Confinar prácticamente a las familias, está generando problemas que afectan física y psicológicamente. Añada la inquietud sobre el futuro en torno al trabajo y a la continuidad, el riesgo mental crece. Yo espero que esto no se proyecte en forma de mayor violencia en los hogares atacados por esta fuente de tensión exterior. Crece la tensión y surge la frustración. Hay que encontrar métodos para combatirla.
Muchos que, además del aislamiento, los cierres llevarán a la ruina y a la desesperación a infinidad de pequeños empresarios que constituyen el principal tejido en España y eso generará virus social-.
¿Se están haciendo todos los esfuerzos en contratación de recursos humanos y técnicos para hacer que lleguen más vacunas y se extienda con mayor amplitud el proceso de vacunación?
Si el Gobierno Central ha decidido derivar hacia las autonomías la carga de la gestión, mediante el invento de la cogo bernanza –y gestionaran con más autonomía, bien podían dejar que los diferentes responsables autonómicos tuvieran la posibilidad de intervenir en obtener más vacunas, más médicos, más enfermeras.
Lo de la cogobernanza es una especie de goma elástica en función de lo que le convenga a la coalición gubernamental que, por cierto, dispone de un arma nada secreta que son los decretos ley que, a juicio de quienes saben de esto, son excesivos, comparados estos dos años con otras legislaturas anteriores.
Algunos expertos aconsejan combatir la frustración creciente mediante pequeños placeres individuales que funcionan como premios personales. Practicar más sexo si fuera biológica y humanamente posible, prepararte ese plato cocinado a tu gusto, oler las páginas de un libro recién editado, abrigarte y acurrucarte en esa manta suave que ye recuerda cuando eras pequeño, llamar a ese amigo del que tienes pocas noticias, etc. Soluciones ad personam. Parece funcionar y amortigua la frustración.