DE OBISPO A CAPELLÁN POR UNA INYECCIÓN

La cúpula de la Iglesia de la Región se vacunó haciéndose pasar por capellanes

Junto al obispo, recibieron la vacuna su secretario personal, el arzobispo emérito de Burgos, el obispo auxiliar, y el canónigo de la catedral -El obispo firmó el consentimiento el 2 de enero y días después se le dio de alta en la residencia (fuente: La Opinión de Murcia)

Todo el mundo, mejor casi todo el mundo, piensa que es humano el saltarse alguna norma si con ello se salva del peligro a la propia vida y eso parece, por los datos que se acumulan, sucede en Murcia y Cartagena con mayor amplitud en el espacio de la Región por las noticias que nos llegan. Noticias que vuelan y lo hacen a través de los medios de comunicación.

 La jerarquía es un nivel de selección que asume sobre si la necesidad del “yo primero” dado quien soy…digo yo.

 ¿Quién da ese permiso del yo primero?

Nadie. Sale por convencimiento individual. Es un “porque yo lo valgo”.

En todo caso surge del convencimiento íntimo, individual de suponer que la labor que realiza en la sociedad le da derecho a ser de los primeros en “disfrutar” del privilegio.

Lo cierto es que cabe preguntarse ¿Cómo llegan estas noticias a los medios? ¿Se trata de expertos periodistas que “huelen” los hechos? ¿Los editores disponen de tales medios que son capaces de estar ahí para descubrir que un general o un obispo, o varios, un político o varios, se han adelantado en el turno?

Si a ese convencimiento íntimo se le añade que algún ayudante, o todos los ayudantes que rodean a los cargos, se acercan a su oído y les argumentan de lo necesario que es que no se contagien, porque su servicio es imprescindible y que quedaría su función, si cayera, por desgracia, en manos del COVID, sin cubrir. Una catástrofe.

Sí ya estaban convencidos internamente, solo faltaba “el empujón” del pelota, puede ser en plural “pelotas” que abundan en esas escalas del poder del color y estamento que sea.

El asunto no es nuevo, aunque si lo aplicamos a esta circunstancia sí que lo es,

Estoy esperando que, a la vista de los acontecimientos y su divulgación masiva, a algún asesor se le ocurra sugerir que esto es peligroso para mantener la credibilidad y que por tanto podría ser de interés estatal, el garantizar el anonimato de estas actuaciones en bien de la ética colectiva y “zas” de la manga se saquen un conejito llamado “secreto de estado” y en consecuencia desparezcan como desaparecen los destinos y ocupantes del Falcón.

¿Cómo ha llegado la noticia a los medios entonces?

Siempre hay, chivatos, colaboradores necesarios, anónimos que están vigilando, al acecho y se apresuran a escribir notas, cartas y las hacen llegar a la Fiscalía o las redacciones de los periódicos, dando todo tipo de detalles que estimulan el afán periodístico de investigar si eso es cierto o no.

Se confirma que no hay que fiarse de nadie o mejor sería que no fuéramos piedra de escándalo o sea que nos abstuviéramos de hacer nada que este claramente prohibido…si somos capaces de resistir la tentación.

¿Qué penitencia pondríamos a estos transgresores? ¿Una dieta ascética? ¿Un retiro al estilo anacoreta? ¿Una pérdida en el escalafón espiritual y un envío a zonas deprimidas durante un tiempo bastante? ¿La solución es pedir perdón?

Ya sé que han pedido perdón.

 De momento se sabe que la vacuna no puede ser succionada y por tanto devuelta por lo que nos quedamos solo con el perdón. Eso de pedir perdón se lleva con ligereza y es un concepto que parece que devuelve la dignidad y demuestra que la jerarquía afectada está democráticamente a la altura. ¿A la altura de qué? Eso antes de levantar la camisa y dejar el hombro al aire y literariamente el culo también.

 Supongo que nos iremos enterando de más casos. Creo que hay gente escribiendo anónimos. A seguir bien,