ARENA Y VIRUS
Que hay un virus bautizado como COVID 19 es un hecho y que su origen es indeterminado .según señalan los investigadores enviados por las organizaciones internacionales a China es otro hecho y que afecta a todo el mundo; por eso se llama pandemia.
Eso no es ninguna novedad y ya lo sé. Es la duda del origen lo que me hace levantar sospechas internas y las dificultades en combatir mediante la aplicación de vacunas y su goteo-envío, pese a los acuerdos transnacionales que no se cumplen, para mayor gloria de las farmacéuticas implicadas. Más alimento para mis sospechas internas.
Al mismo tiempo estos días nos hemos visto sorprendidos por un suceso en el canal de Suez, donde ha encallado un mega barco – dicen que es el más grande del mundo- y que ha bloqueado el tráfico por esa vía de agua, que tantos millones de euros ahorra, al no tener que dar la vuelta por el Cabo de Buena Esperanza y afrontar los posibles ataques de piratas en el Índico.
Todo por una tormenta de arena, una tormenta de todas las que en el mundo han sido en esa zona.
Con la tecnología que impera hoy, con instrumentos que alcanzan a detectar una gota de lluvia por un satélite a miles de metros sobre nuestras cabezas, con un robot que se pasea por Marte, resulta que una tormenta de arena ciega los ojos humanos y tecnológicos del capitán y sus oficiales y zas se ha encallado el barco; ha cambiado de ruta y ya no se podía mover en 6 días alterando el precio del petróleo, subir los aranceles y generar cierta escasez de suministros cuyo origen es China. Otro hecho paralelo al virus.
Y si a eso incluyo el lío de las mascarillas y la “incoherencia transnacional y perimetral local” de los movimientos familiahumanos, el lío se me aumenta.
Con esas ideas cociéndose en mi cerebro de Letras- los de Ciencias lo ven, dicen, todo más claro- me llama mi amigo JM y me escribe luego, poniendo una letra tras otra la duda y la pregunta: ¿No será todo fruto de una conspiración de quienes mandan y quieren hacerse más ricos a costa nuestra?