MARTES Y 13

Cuando me estaba levantando de la cama, tras un sueño inquieto y extraño en el que un tipo llamado Iván me devolvía lo que me debía, un chispazo de alerta me avisó de que aquello era un sueño y además falso y otro chispazo- mucho chispazo para despertarse, pero no pasa nada porque siempre me han llamado “Carlos el eléctrico” por lo rápido que reaccionaba…cuando era más pequeño que ahora- digo que el segundo chispazo me llega cuando estaba a punto de poner el pie izquierdo sobre la alfombrilla que tengo para amortiguar la sensación de frío, que me da a mí el contacto con el duro suelo, y es que soy muy friolero, según mi mujer.

Decía que ese segundo aviso me llega justo a tiempo. Hoy es martes y 13. Estoy contento porque estoy vivo y alerta porque ese día y esa fecha son el paradigma de la mala suerte para muchos.

La cosa no viene de , porque Sánchez esté en el poder y haya cesado a Celaá, ni a Carmen Calvo, o haya colocado a gentes nuevas del municipalismo y se haya llenado la boca de telediario anunciando un nuevo tiempo de más progreso, lo que de inmediato me ha llevado a tocarme la cartera que no llevaba porque estaba en pijama y con el pie izquierdo en plena curva de bajada.

Pienso que no puede ser peor el panorama y me concentro en el píe que todavía me pertenece y no es de Hacienda- aquí hay que decir “va de retro Satanás”.

Sigo con el pie. Lo retiro y lo cambio por el derecho porque se ha dicho que no hay, en este día de mala suerte, levantarse con el píe izquierdo. Hecho.

¿De dónde vendrá esto del día 13 que afecta a casi todos los países de la orilla del Mediterráneo y algunos de Suramérica?

Dicen que proviene de la asociación con la divinidad romana del dios de la guerra Marte. Yo que sé.

Yo no me lo creo, pero como una parte de mí es antigua, supersticiosa y que cree en las señales, me dispongo a practicar hoy algunos, casi mágicos, destinados a espantar a esa mala suerte.

Salvado por el pie derecho me voy a la cocina, no, antes paso por el baño, con permiso, y luego voy a la cocina; me asomo con precaución al pasillo y miro por si hay un gato negro- no tengo gato pero por si acaso se ha colado el diablo en forma gatuna- y como no hay llego a la cocina despacio y evito golpear, hasta , un espejo, que me tengo puesto para verme de cuerpo entero (lo voy a quitar porque no me gusta lo que refleja) y me preparo el desayuno cuidando con que la sal no se derrame sobre la mesa.

Les cuento en secreto que mi tío Manolo, que era muy suyo, contrarrestaba lo de la sal tirando hacia atrás, por encima de cada hombro dos “golpes “ de salero y me miraba serio y decía “por si acaso” y seguía desayunando con paciencia y tranquilidad. Mi tío Manolo era un ejemplo para mí; aficionado a la caza me prometió que me dejaría al morir su escopeta en herencia y de eso hace 30 años; o se ha muerto sin yo saberlo o vive o su viuda ha pensado: “a ese sobrino Carlos que le den”. Lo más seguro. Yo lo he querido mucho a mi tío Manolo. ¿Y esto a que viene? A nada. Es que me he acordado ahora y ya que estoy lo cuento.

Decía que las prácticas anti mala suerte son varias. Está lo de no tener un paraguas abierto o pasar por debajo de una escalera abierta. Estas dos últimas son fáciles. Hace tiempo que no llueve y para que tener una escalera abierta dentro de casa; aunque a mi me pasa mucho lo de la escalera, porque estoy intentando poner la tabla del hueco superior de la persiana y no hay manera. No sirvo para las manualidades. Recuérdenme porque me han llamado siempre, además de “eléctrico”, manitas de plata. Esta columna se acaba como se empezó, con la buena suerte de que habrá´ alguien que la lea. Por si acaso hago lo de mi tío Manolo. Muy buenas.