El chimpancé de Amberes

Vetada una mujer en un zoo por mantener una aventura con un chimpancé. La antrozoología es la ciencia que estudia el vínculo entre los humanos y los animales. Y dentro de estas interacciones está la opción de mantener una relación más allá del cariño, una relación de amor. Es lo que habría ocurrido en un zoológico de Bélgica, en Amberes, tras conocerse una “aventura” o “relación” entre una mujer, Adie Timmermans, y un chimpancé de unos 38 años, llamado Chita. (fuente La SER)

Está claro que la señora Timmermans es una animalista que ha dado un paso más allá de la defensa del animal, una defensa que trata de evitar las agresiones del ser humano a los animales.

 En mi retina baila todavía la imagen de unas señoras llorando junto a un camión que transportaba cerdos y se acercaban a la caja del vehículo con flores en la mano; supongo que estas señoras no comerán jamón u otros productos procedentes del cochino.

No es menos curiosa la teoría de las gallinas violadas por los gallos.

 No está en mi columna criticar o juzgar a estas personas basándome en mi condición, me digo a mí mismo, de liberal y seguidor a rajatabla de la libertad de expresión, pero acabo de enterarme que un exmarine británico ha empleado un avión en sacar de Afganistán a perros y gatos.

A mucha gente le parece muy bonito el que un perro , con su lengua multifunción, la cara de un bebé o de su amo adulto y nadie se escandaliza y sin embargo a esta mujer belga. La Sra. Adie se la vete porque a través de un cristal liga con un chimpancé que, a lo mejor, digo a lo mejor, la trata mejor que su marido que es un gorila que no hace más que trasegar cerveza y comer salchichas.

 La Sra. Adie ha encontrado en el macho Chita de 38 años, un sujeto maduro con comprensión y lleva cuatro años dándose garbeos cerca del cristal hasta intercambiar besos cristalinos

mientras Chita hace lo mismo con ella.

Eso ha generado un problema de Chita con su grupo que lo evita y le hace sentirse solo y eso preocupa al personal del zoo y han tomado esa decisión.

Me temo que ambos, la Sra. y el chimpancé, pueden caer en una depresión por un amor frustrado y la ciudadanía belga tenga que pagar un psicólogo experto en simios y en casos de bestialismo tipo King Kong en dimensiones más reducidas.

Era yo más pequeño que hoy cuando visité el zoo de Londres y ahora mismo recuerdo la mirada penetrante de un gorila de color entre dorado y blanco que, sentado en un anaquel de la jaula, estaba allí quieto mirándome, a mi y a otros, de forma muy fija y yo diría casi humana, lo que me resultó inquietante. ¿Qué pensaría? ¿Quién debería estar en la jaula?

Es posible que con la Sra. Timmermans hayamos tropezado, sin saberlo, con un miembro de nuestra especie capaz de aplicar el idioma inclusivo integral, donde la igualdad no tiene fronteras.

Interrogada sobre su conducta señala que está viviendo una aventura de amor y sí hay algo de malo en ello.

Se sabe que los pioneros son unos incomprendidos y son los primeros en caer a manos de la estulticia colectiva y tildados de desequilibrados.

¿Qué diferencia hay entre este caso y el ver como algunos llevan en un carrito a perros de tamaño regular y se observa como hablan con ellos empleando tonos que supuestamente entienden los canes?

Invito al lector a una reflexión profunda. ¿Debemos montar una plataforma a favor de Chita y la Sra. Timmermans? ¿Nos vamos a conformar con esos cuidadores que sigan en esa posible espiral de celos? ¿Debemos montar una acción extractiva aprovechando que en Amberes hace más frío que aquí?

De momento para la Sra. un Valium y un tratamiento andropiscolgicosimiesco a cargo del presupuesto municipal de la capital del diamante. Luego ya se verá.