>

Blogs

Arturo Checa

Chips & Tuits

“Mi papi tiene tres hijos: mi hermanita, yo… y su móvil”

Fin de semana. Parque de un pueblo al este de Valencia. Un precioso niño rubio juguetea en un columpio de un elefante con un muelle debajo, de esos que oscilan como locos al compás de las embestidas de los churumbeles sentados sobre ellos. Pero hay algo que no deja disfrutar del todo al pequeño. Una mueca de hastío está permanentemente instalada en su rostro. Sus ojos se mueven casi tan rápido como el azulado paquidermo. Del elefante a su padre y de su padre al elefante. Del elefante a su padre y de su padre al elefante. Y así durante un largo minuto. Esta sería la escena muda del instante. Porque si le diéramos sonido, la banda sonora sería la de un constante ‘¡papá, mírame!, ¡¡papá, no me haces caso!!, ¡¡¡papá, que te estoy hablando!!!, ¡¡¡PAPÁ!!!

Soledad.

El ¡¡papá!! en cuestión está sentado apenas a cuatro metros del, para él, desaparecido niño. De su hermanita, ni rastro. Para el ¡papá!, me refiero. La niña, morena en este caso, podría perfectamente haberse ido sola a casa, haberse despeñado desde lo alto del tobogán o haberse sumergido varias veces en una fuente de agua de todo menos cristalina. Tan pancha, porque el ¡papá! sólo tiene ojos para su ‘criatura’. Desde la distancia adivino que es un iPhone, acariciado incansablemente cual Gollum tecnológico por el ensimismado progenitor, quién durante los cerca de cinco minutos que lo observo es casi incapaz de levantar la vista de su ‘tessssoro’, apenas para echar un vistazo a su desgañitado hijo y farfullar algo ininteligible e inaudible del estilo de “sí, hijo, sí, ya te…”, para volver a mecerse en la pantalla táctil de su particular Morfeo 2.0…

Soledad II.

Tomás, que así se llamaba el pequeño, porque él mismo me lo dijo, deseoso de dar con algún ser vivo animado y sobre todo sonoro, resultó ser más listo que los ‘ratones coloraos’. Él no tardó en darse cuenta de que yo me estaba percatando por completo de la escena. Acudió, me preguntó su nombre, me dijo el suyo, y acto seguido soltó una profunda, sentida y reflexiva explicación, todo ello acompañado de un marcado encogimiento de hombros y un gesto de entender a su padre menos que si le hablara en arameo:

Es mi padre. Y siempre está así. Es que mi papi tiene tres hijos: mi hermanita, yo… y su móvil.

Y Tomás se fue por donde había venido. Siguió con su agitado elefante, sin volver a intentar siquiera llamar la atención de su padre, en busca de su hermanita…

Y aquí estoy yo con este post. Porque aquello me hizo pensar mucho, aunque no es la primera vez que lo hago, ni creo que sea la última, como autocrítica y reflexionando sobre lo mucho que nos perdemos por esas malditas pantallas. No se puede resumir mejor de lo que lo hace este vídeo.

No sé si nos hemos parado a pensar cuántos instantes se nos van de las manos por los dichosos ‘whatsapp’, los incesantes vistazos a Twitter o el tener que responder en ese preciso instante un mensaje que puede esperar. Pequeñas cosas tan grandes como la sonrisa de un hijo, como la irrepetible e inocente trastada del otro (uno de los míos intentó el otro día, con toda la buena voluntad del mundo, lavar una mancha del iPad….. en el bidé), como la única conversación de un amigo, como la mirada cómplice de una pareja, como un simple paseo por la calle mirando lo que nos rodea y no con los ojos en la hipnotizante ‘faz’ del smartphone, como el placer de pasar las hojas de un libro sin tener que arrastrar, ‘clickear’ o pellizcar nada en ninguna pantalla táctil…

Y Soledad III...

Nos perdemos tantos ‘momentos elefante’ al cabo del día… Ni que decir tiene del ejemplo para los más pequeños. Ellos que son auténticas esponjas de nuestra actuación. Estamos creando futuros monstruos. Algunos, ya presentes. Como aquellos que son capaces de estar nueve horas metidos en internet. O incluso capaces de atizar a sus padres si los ponen coto a su vicio.

Pensémoslo. Evitémoslo. Y miremos más a menudo, o por qué no siempre, a Tomás en su elefante.

Por Arturo Checa

Sobre el autor


abril 2025
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
282930