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Arturo Checa

Chips & Tuits

Periodismo sin red

Volver a las aulas siempre es rejuvenecedor. Aunque sea para dar una conferencia, en un papel que te hace sentir más viejuno que otra cosa y que te pone melancólico cuando paseas por rincones, lugares y paisajes que hace años ya disfrutaste, entonces como imberbe y entusiasta estudiante. La semana pasada tuve el honor de regresar al CEU. A un aula de Periodismo. No al encanto de los pasillos y clases del Seminario de Moncada, con su aire decadente pero de un atrayente academicismo, sino a las deslumbrantes y modernas instalaciones de la Universidad Cardenal Herrera Ceu San Pablo en Alfara de Patriarca. Sobra decir que lo que nosotros teníamos en aquellos 90 como un estudio de radio, es hoy el tamaño que tiene…. cualquier grada de espectadores de uno de los tres o cuatro megaestudios que hay allí.

Al principio iba a incluir este post en mi blog personal, Relatos junto a la hoguera (toma cuñita publicitaria, yo vine a hablar de mi libro…), pero luego me dije…. ¡Es materia de Chips&Tuits! Habla de nuevas tecnologías, de redes sociales… Pero voy al grano. Acabé dando la conferencia en el CEU gracias al bonito ofrecimiento de Anunciación Ramírez (vicedecana de Periodismo) y Begoña Echevarría (profesora de Redacción Periodística). El motivo, hablar durante dos horas de reporterismo a chavales de segundo de periodismo. Casi adolescentes a los que les preocupa más (obviamente) qué va a ser de su porvenir cuando salgan de las aulas que los misterios y entresijos técnicos de su profesión. Primer error. Tanto tratar de escudriñar el futuro, acabaremos perdiendo el presente. Cuando sepamos donde hay que poner el siguiente pie, el otro ya lo tendremos en el vacío…

¡¡Pero al grano!! (segundo aviso). Mientras yo les contaba mis batallitas de reportero cebolleta a los chavales, alrededor de medio centenar de alumnos de segundo de Periodismo, se me ocurrió en un momento de mi charla (para algunos igual ‘chapa’) pedirles un periódico, para lanzar algún ejemplo ante la duda de una de las asistentes sobre cómo proponer reportajes o enfoques diferentes acerca de un tema. Entonces se hizo el silencio. Dos o tres segundos de quietud. Ni una sola mano se levantó durante ese tiempo que se me hizo eterno. Hasta que otra alumna alzó tímidamente su dedo para decir que ella sí llevaba un periódico, un diario de papel de los de toda la vida. Ni uno solo de sus demás compañeros llevaba otro.

Por la tarde lancé este tuit, tratando sobre todo de remover conciencias entre los chavales…

 

Varios de ellos reaccionaron, lo cuál me alegra y demuestra que tal vez no está la cosa tan adormecida y aún hay espíritu crítico entre la profesión…

 

 

Y también varias reacciones de compañeros y colegas de gremio. Algunas considero que magistrales y tremendamente clarividentes…

 

 

 

 

 

 

 

 

“El digital es hambre porque se regala. Nos estamos autopireateando”. Magistral el camarada David Burguera. Reivindicar el papel no es (sólo) una cuestión de costumbrismo, de nostalgia o de amor por su tacto, su olor o la insuperable puesta en escena y diseño. No es esa la historia. La cuestión es que, hoy en día, en mi humilde opinión, lo único que da de comer al sector (aunque sea malcomer…) es el papel y la publicidad (la que aún queda…) que hay en él. Es el presente del periodismo. Y, de momento, su futuro. Porque el futuro del que todos hablamos, ese del 2.0, del digital y de las nuevas tecnologías, nadie sabe cómo va a ser, ni cuándo va a llegar… o ni siquiera cómo va a hacerlo. Es el eterno futuro que jamás se hace presente.

Hoy por hoy, la publicidad que entra a través de las ediciones digitales de periódicos es testimonial. La esperanza, las cifras que la publicidad empieza a mover en los medios digitales, como demuestra su avance frente a los medios impresos o este estudio. El lado negativo, que las últimas cifras hablan de desplome de la publicidad digital en los medios tradicionales en beneficio de buscadores y webs alternativas. Y al final, hoy oir hablar de un “puñado de euros” como precio por miles de clics da hasta miedo…

Pero, si ni siquiera los estudiantes de Periodismo son capaces de darse cuenta de la importancia que AÚN tiene el papel, nuestro futuro es muy negro. Yo no sé si desaparecerá o no el papel (creo y quiero pensar que no, que al menos sobrevivirá en ediciones de fin de semana), pero lo que si sé es que hay que seguir cuidando el papel. Hoy por hoy es el presente, lo único palpable, los cimientos sobre los que levantar el futuro de la profesión, sea en formato papel, digital, en forma de señales de humo o de código morse. Y hoy por hoy es la mejor manera que tienen los estudiantes de periodismo de aprender a hacer buen periodismo, a mamar reporterismo, a jugar no sólo con los textos, sino también con la estructura de las páginas, con los titulares y con la indisoluble unión entre texto y fotos.

Para los estudiantes, aunque renieguen del papel por considerarlo arcaico y pasado de moda (“lo digital se adapta más a nuestra forma de vida”, dicen…), es algo vital. Fundamental para su formación, para aprender periodismo. ¿O cómo si no van a aprender a hacer reporterismo, a redactar un buen texto que atrape al lector? ¿De oídas? ¿Informándose superficialmente a través de titulares de digitales y radio? El músculo de un periodista es escribir. Leer. Leer. Leer. Si no lo hace es como un corredor de maratones: ya puede saber toda la técnica del mundo sobre músculos, nutrición y trucos para reducir la resistencia al aire. Si no corre, y corre, y corre, jamás llegará a ninguna meta. Y el papel puede ser vital también para que los ‘cachorros’ de la profesión puedan ganarse la vida en este oficio de plumillas: como futuro formato en el que trabajar o como sustento desde el que impulsar futuras plataformas informativas. Lo 2.0 es, hoy en día, apenas una realidad naciente económicamente hablando. Si dejamos morir el papel, corremos el peligro de acabar teniendo mañana un papel con los rigores de la muerte y un futuro 2.0 que a todos deslumbra, pero que nunca llega. La nada más absoluta…

Y, sobre todo, creo que el bosque 2.0 está empezando a hacer que dejemos de ver los árboles. Corremos el peligro de enfangarnos en el debate de tecnología, internet, redes sociales y formatos para acabar no sabiendo dónde está el norte, cuál es el camino, a dónde queremos ir. Al final la fórmula es tan sencilla como uno más uno, igual a dos. Hacer periodismo. Contar buenas historias. Es lo que la gente pide. Menos hacer política y más contar historias de la calle, humanas, cercanas. Por eso acabarán pagando. En papel, papiro o iPad 750.




Por Arturo Checa

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