(Fotos del maestro Jesús Signes)
Hace un par de semanas tuve la gran suerte de vivir una mañana inolvidable. Y esto, poder tener un recuerdo, ya es un tesoro. Una riqueza cuya grandeza no somos capaces de valorar, más pendientes de las codicias materiales, mundanas y tremendamente más pasajeras. De allí salió este reportaje. “Si mañana te veo ya no sabré quién eres“. Poco más se puede decir. Pero sirva este post como homenaje a aquellos que no recuerdan, una muestra de admiración a todos los que afrontan el olvido con una sonrisa. A los muchos (Fernando, Pedro, Jose María…) que saben lo que es vivir viendo cómo un ser querido se desdibuja a tu lado, aquellos que día a día pelean por conservar los recuerdos del que un día le brindó la mano en cada problema, de aquel junto al que aprendieron a dar los primeros pasos y que no hoy no es ni un esbozo de lo que era. Sirva este post como elogio a los 800.000 enfermos de Alzhéimer y familiares de toda España. A los 50.000 de la Comunitat. Cifras frías tras las que se esconden historias de humanidad y lucha.
Poco o nada tiene que ver este post con tecnología ni redes sociales. Aunque me hirviera la sangre hace dos semanas, cuando en el Día Mundial contra el Alzhéimer ni uno solo de los trending topics de Twitter hizo referencia a esta lacra que sufren miles de personas. Una de dos: o es una muestra de la bajeza de la red social o demuestra lo muy alejado que está Twitter de la realidad que nos rodea.
Y no me importa que este post no siga la temática habitual de Chips&Tuits. Me apetecía escribirlo. Y ellos lo merecen.
Nunca una sonrisa me había impresionado tanto. La de José María. Ver a su mujer emborronarse a su lado no ha mermado el optimismo con el que afronta la vida. Un buen día de hace una década algo hizo ‘zas’ en la cabeza de María Luisa. Y el navarro empezó a sufrir una lenta condena: la de ver cómo ella dejaba de dirigirle apenas la palabra, la de comprobar como el maldito mal hacía que incluso su mujer empezara a sentir celos de su nietecita, la de tener que echarse la casa a la espalda y sacar adelante todas y cada una de las tareas del hogar… con 77 años. Y con una juventud en el alma que muchos quisiéramos.
Creo que no hay nada peor que ver ‘desaparecer’ a alguien…, pero que ese alguien siga a tu lado. Jose María y los afectados por el Alzhéimer deben ser un ejemplo para todos. Una muestra de cómo afrontar a diario un problemón.
Porque ver cómo se desvanece alguien a tu vera, cómo se desmembra por dentro…poco puede haber peor. Al lado de eso todo se queda en nada. El estrés de la vida diaria, la última bronca del jefe, los desvelos por encontrar un trabajo, ese dolorcillo que nos fustiga… Minucias al lado del infierno del Alzhéimer.
Mientras, la Administración apenas mueve un dedo por estos enfermos. Y menea pocos céntimos.
El héroe José María cabecea cuando recuerda lo solos que se sienten, como los recortes sanitarios les han asestado un hachazo inhumano en el caro tratamiento médico diario que llevan los enfermos. La escasa ayuda en forma de asistentes sociales para ayudar a sobrellevar la carga que los familiares aguantan en la intimidad del hogar. El centenar de personas que aguardan en la lista de espera para tener una plaza en el centro de día en la Asociación de Familiares de Alzheimer de Valencia (Afav) es la prueba más palpable de lo poco que hace la Administración por los que sufren en silencio la plaga del siglo XXI.
Y qué decir de Pascual Vicente. Un titán, alguien capaz de contarte con aplomo cómo mañana ya no se acordará de quién eres (suya fue la frase que encabezaba el reportaje), un valiente que te narra con sosiego lo
consciente que es de que poco a poco irá perdiendo su habla, que quizás un día quede perdido en mitad de Valencia, como si hubiera ido a parar a una ciudad a la otra punta del mundo. Un gigante con la mente deshaciéndose, pero con un coraje, un alma y un corazón dignos de un Dios.
No somos conscientes de lo que tenemos hasta lo que perdemos. Así que gocemos con los que nos rodean, disfrutemos hasta del miedo al afrontar un problema. Vivamos. Gocemos de cada segundo por vivir. Y de los vividos. Como bien dice Andrés Suárez en esta maravillosa canción, ‘Rosa y Manuel’ (gracias Héctor Esteban por recomendar esta joya que no conocía)
RECUERDA TÚ QUE PUEDES
Tu nombre es una plantaque hay delante del portalaún lo recuerdoEl nombre de la callese parece al del mantelpero al revésLa playa que hay a un ladodebería contar algoque hicimos de jóvenesTe veo tan bien
Supongo me miras extrañopor no hacer de rey de este palaciono conocer el reinopues ayer tuvieron que irme a recogera una casa arruinadacreo que vio nacer a alguieny hoy te juro no sé quien es
A veces alguien llora mientras duermoy Rosa aprieta el pecho contra el talloy Rosa se marchita en un papelque se encontró limpiandoentre caricias y recuerdoque firmaba Jo Manuel:“Recuerda tu que puedes”“Recuerda tú que puedes”
Y ella le enseña las fotografíasy él le pregunta ¿este niño quién es?Y si Manuel se nubla ella lo abrigay hasta olvida que ayer le enseño a comerY el niño de la foto ya ni asomacansado que vivir no es responder
Y rosa que aun se arregla cada tardele asegura mañana sabrás volveral hogar que hicimos juntos media vida
Y en el sueño habla Manuel:Amor se te olvide la penacuando un día me duermay se acabe el dolory te hablaré de todoNo olvidare los pasosbailando en el salónte pediré perdón por olvidarmede nuestra fecha amorY me vestiré soloY correré hasta el parquedonde un niño en la tardeconmigo se enfadópor no devolver el beso el abrazoque llorando me dio
Amory cuidarás los rosalesque planté antes del viajeles cantaras por mi cualquier canción
Amory volveré cualquier tardepara con migo llevartey no recordarte tantocorazón adiós