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Marta Palacios

Colorín colorado

Al servicio de la belleza

De una sesión de cosmética con Tessa a una tarde en la tienda  de moda de hombre Knack Men

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Que razón tiene el gran Giorgio Armani! Espero que me permita parafrasear en este, mi espacio (léase al más puro estilo Belén Esteban), una de sus citas más célebres; «La belleza no se improvisa; se necesita mucho trabajo». Y algo tendrán que ver en todo esto la moda y los cosméticos, digo yo. Por ello, entre estas líneas les voy a contar mis dos últimos descubrimientos.

Cuando una llega a unas determinadas edades, eso de ir «con la cara lavada y recién peiná», que cantaba orgulloso Manolo Escobar, no sirve. Y no es que yo sea de las que, cuando pasen los años, acabe igual de momificada que Cher, pero habrá que empezar a cuidar la piel, ¿no?

Por ello, no dudé en aceptar la invitación de Luna Cerdá, de Blue Canalla, y de la doctora valenciana en cosmética, Victoria Lliso, para asistir, en el restaurante de la primera, a un curioso maridaje de cocina con los productos de belleza que acaba de lanzar Victoria al mercado bajo la firma Tessa (se venden en farmacias).

Pude probar su serum de oro de 24 kilates junto a una copa de champagne con frutas silvestres; la crema de caviar con biosferas de elastina con una tosta de crema rusa con caviar; probé una ensalada y una crema con baba de caracol; crema al vino con unos tortellini de trufa con salsa de queso y una crema de botox con hojaldre de manzana y canela.

La sastrería de Knack Men llega a Valencia

Y así, untada en crema de arriba a bajo me pasé minutos después por la calle Poeta Querol. A la altura del número 9, Bruno González-Barros acaba de abrir una tienda de ropa de hombre y sastrería que se llama Knack Men y que mañana, a las 20.30 horas, se inaugurará oficialmente.

Knack Men llega a Valencia después de instalarse en Madrid, Sevilla o La Coruña, entre otras.

Al entrar, atento y vestido como un auténtico gentleman, Bruno me recibe dándome la bienvenida y me descubre una de sus pasiones, la moda, una «vocación», dice, que pudo más que sus anteriores trabajos como auditor de grandes empresas en el seno de compañías como Arthur Andersen o Deloitte.

Americana de lino, corbata y un elegante y disimulado pañuelo «que no es pañuelo, sino el propio forro de la chaqueta» en el bolsillo.

Y es que, su ropa (trajes a medida, chaquetas, smokings, chaqués, pijamas, calcetines o camisas), que bebe de la influencia británica y que está  inspirada en la tradición de la alta sastrería española, esconde muchos secretos. Entre ellos, unas originales camisas de caballero a las que se les pueden cambiar los cuellos y los puños. Qué cosas.

Por Marta Palacios

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