Miguel Ángel Garri Quereda consigue el galardón de mejor sumiller de la Comunitat
Yo de vinos entiendo más bien poco. Es más, en la ‘bodega’ de casa sólo distingo entre tintos y blancos, y si la cosa se pone un poco difícil, recurro al clarete de toda la vida. Pero, afortunadamente, las cosas cambian. Por eso acudí ayer al hotel Silken Puerta Valencia donde se celebró la tercera semifinal (hay seis en total) de la XXI edición de la Nariz de Oro, uno de los certámenes nacionales de mayor prestigio para los sumilleres. Mi objetivo, al estar rodeada de todos ellos, era poder, al fin, saber cómo catan los entendidos y, en la próxima cena, aplicar todos mis conocimientos. (Más tarde les explicaré cómo se hace, que la cosa tiene miga).
En total, fueron 58 sumilleres (56 valencianos, uno de Albacete y otro de Cuenca) los que se reunieron en la ciudad. «Es la semifinal a la que han acudido más profesionales», me comentó Elena Adell, enóloga de Bodegas Azpilicueta. Ella, Nuria Barrachina, enóloga de Torres Valencia, y Rafael Vivanco, director Técnico de Bodegas Dinastía Vivanco, se encargaron de impartir las conferencias con cata a todos los participantes. A estas les siguieron exámenes teóricos y prácticos.
La jornada se extendió desde las nueve de la mañana a las siete de la tarde, momento en el que se desvelaron los afortunados que optarán por una plaza en la final. «And the winners are… Miguel Ángel Garri Quereda (como mejor sumiller de la Comunitat, al alcanzar la puntuación más alta en las pruebas), Francisco Beltrán, Juan Bautista Saval, Jorne Buurmeijer, José Luis Llorens, Nicolás Montes, David Blanco, Germán Alguacil, Francisco Miguel Terol y Arturo Giner».
Una vez que se supieron los ganadores, me despisté y me dejé caer por ‘La Nariz de Oro Experimenta’, un espacio que se abrió de forma gratuita al público para que se pudieran convertir en catadores profesionales por un día.
La enóloga Elena Adell y la profesora de sumilleres María Luisa Martín Tejera fueron mis cicerone. En el córner de bodegas Azpilicueta y con un ‘Colección privada de 2008’ comenzamos la clase. Lo primero, coger la copa por la base o la fusta (¡¡nunca por el balón, por favor, que se calienta!!). Segundo, llenar la copa un tercio de su capacidad y, sobre un fondo blanco, observar el color. Aquí, fruncir el ceño y poner cara de entendido.
El siguiente paso es afinar con la nariz y oler. Después, mover la copa sin derramar nada y volver a meter la nariz. Y lo más difícil, el momento retronasal. Sorber un poquito y aspirar aire con la boca sin atragantarse, ‘paseando’ el vino por la boca.
¡Y ya está! Por cierto, recuerden, tal y como me dijo, entre risas, Adell, «cuando brindes con vino no olvides mirar a la otra persona a los ojos. Eso son 10 años de sexo». ¿¿¿Qué???