Han pasado ya tres años desde que escribiera mi último post. Me despedía de las publicaciones para emprender un proyecto solidario junto a David, cuyo ambicioso final prometía un gran esfuerzo para alcanzar la meta.
Mi situación en ese momento era la siguiente: mujer de 36 años, madre de dos hijos de 9 y 6 años, mastectomizada, con tratamiento oncológico de tipo hormonal y dispuesta a finalizar 15 maratones recorriendo España para visibilizar la lucha contra el cáncer y las drogas, con la única finalidad de recaudar fondos para la AECC y Fundación Diagrama.
El Reto42Kancer nos regaló momentos agridulces que nos hicieron crecer como personas, como pareja y como padres. Creo que en esta vida cualquier experiencia, ya sea positiva o negativa, debemos aceptarla e interpretarla como lecciones que nos enriquecen y nos indican el camino por el que queremos andar y por el cual no volveremos a pasar jamás.
Después de demostrarnos nuevamente que somos capaces de afrontar duras pruebas del destino, me gustaría compartir con vosotros una reflexión con respecto a la reciente crisis sanitaria y económica que está sufriendo nuestro país… Cuando me diagnosticaron cáncer de pecho y una vez superada la primera fase de aceptación y asimilación, recuerdo momentos en los que tenía que animar a familiares y amigos. Quería que entendieran que estaba bien, que esta dramática situación me había regalado valiosas herramientas para seguir luchando por la felicidad. Aprendí a priorizar, a disfrutar de las pequeñas cosas y a creer en mí. Comprendí que no hay que abarcar más de lo que podemos, porque esto no nos hará más felices. Incluso si lo que más nos gusta, lo hacemos de una forma obsesiva, dejará de satisfacernos y pasará a engrosar la mochila del estrés. En esos momentos, lo que más me preocupaba es que tuvieran que pasar por una experiencia tan traumática para concienciarse.
Os explico todo esto porque desgraciadamente, en la actualidad, estamos sufriendo este shock sanitario y social que, en mayor o menor medida, ha hecho mella en nuestras vidas… Hemos sufrido pérdidas personales, económicas e incluso nos hemos visto privados de libertad en una situación sin precedentes. Aún debemos sufrir el duelo, superar muchas dificultades y adaptarnos a una nueva forma de relacionarnos en sociedad, menos alegre y despreocupada de lo que estábamos acostumbrados. Va a ser duro recuperar la normalidad aceptando tanta desgracia, pero pensad… ¿podemos cambiar lo pasado? Obviamente no hay nada que hacer a corto plazo más que enfrentarnos a nuestra realidad. Durante el confinamiento y tras despojarnos de todo lo lúdico que ocupaba nuestro tiempo fuera de casa, hemos entendido que somos capaces de ser felices con pequeñas cosas, hemos conocido más profundamente a nuestros seres queridos, hemos aceptado y en algunos casos disfrutado de nuestra verdad familiar.
Sabemos que los baches se superan con más o menos suerte. Aprendemos de la vivencia pero no sólo el drama nos alecciona. De las experiencias positivas también adquirimos habilidades que nos ayudarán a afrontar nuestro destino, esos ratitos de felicidad cuyo recuerdo nos arranca una sonrisa incluso en las peores situaciones.
Uno de esos recuerdos de felicidad que guardo en mi memoria es el que disfrutamos hace tres años cuando cruzamos la meta del primer maratón de nuestro Reto42Kancer, el tercero en nuestra carrera deportiva. La vuelta a la distancia tras la enfermedad, nos regaló la primera victoria en una fecha tan señalada como el 42 cumpleaños de David. ¿Qué mejor forma de celebrarlo? Fue un emotivo principio de reto, el cual tuvimos que dejar aparcado durante dos meses debido a la cirugía reconstructiva que me realizaron justo al día siguiente.
Son muchos los motivos para seguir adelante, para seguir soñando en alcanzar nuestros objetivos… nunca es tarde para rectificar. No dejemos que lo vivido y lo sufrido sea en balde. Debemos superar estos obstáculos con optimismo, porque a pesar de todo, seguimos en pie y el hecho de estarlo nos da la oportunidad de continuar luchando por una vida mejor y llena de felicidad. La clave para conseguirlo y no volver a reproducir nuevos errores es sencilla, tan sólo debemos aprender… a no olvidar.