El 50 aniverario de la mayor gesta anotadora del baloncesto profesional ha devuelto a la actualidad al gran Wilt Chamberlain. Grande como jugador y grande en tamaño, el histórico pívot de la NBA acertó al dedicarse a la canasta y dejar sus aspiraciones a estrella del cine aparcadas hasta que concuyó su carrera deportiva.
Está claro que sus 216 centímetros iban a encasillarle en papeles muy concretos. Pero sus apariciones en la gran pantalla no tuvieron precisamente mucho que ver con las de un galán de las clásicas comedias románticas de Hollywood. Cercano ya al medio siglo en 1984, Chamberlain participó en ‘Conan el destructor’.
En la segunda película sobre el guerrero bárbaro, el equilibrio entre la altura y los músculos de ébano del gigante, empequeñecían a Arnold Schwarzenegger, que a su lado parecía una mesa camilla -igual altura de pies a cabeza que de hombro a hombro-.
Chamberlain, que hacía de malo malote que acababa pegándose con el protagonista, no solo rivalizaba con el futuro gobernador de California en músculos. Ambos mantuvieron un apretado duelo por ver quién era el peor actor (mil perdones a todos los seguidores del Conan cinematográfico). Por una vez, Arny no fue el peor.
La actuación de Chamberlain quedará en la retina de los aficionados al baloncesto, que no en la de los aficionados al cine, junto a otras históricas e histriónicas como las de Kareem Abdul-Jabbar en ‘Aterriza como puedas’ o Shaquille O’neal en ‘Steel’.