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'Hoosiers', baloncesto de verdad

Norman Dale se gana a sus muchachos con su defensa del equipo.

Norman Dale se gana a sus muchachos con su defensa del equipo. /YouTube

“Esperaba que apoyaríais a los que están en el equipo, no a los que no están en él. Estos seis jóvenes han decidido trabajar, han elegido sacrificarse para poder jugar durante 23 noches en los próximos cuatro meses, para representaros a vosotros, a esta escuela superior. Esa clase de compromiso y esfuerzo merece y exige vuestro respeto”. Que un entrenador recién llegado defienda a sus muchachos ante unos aficionados que corean el nombre del jugador que ha renunciado al equipo es un primer paso para conseguir la máxima implicación de los jugadores, juegues en el instituto Hickory o con los colegas del barrio. Y si el que te defiende es Gene Hackman, apaga y vámonos…
En 1986, David Anspaugh contaba en ‘ Hoosiers, más que ídolos’ cómo una pequeña escuela de la profunda Indiana superaba adversidades, doblegaba rivales y ganaba el campeonato estatal de baloncesto en 1954 gracias a una canasta en el último segundo de Jimmy Chitwood en el impresionante Hinkle Fieldhouse de Indianápolis.

El último tiro de Jimmy Chitwood.

El último tiro de Jimmy Chitwood. /YouTube

Por medio, un cruce -a veces dramático, finalmente adorable- de personas que persiguen una segunda oportunidad: un entrenador de éxito derrotado por su carácter (Gene Hackman), un borracho con buen fondo pero que avergüenza continuamente a su hijo (Dennis Hopper), una profesora entregada a los demás pero cerrada a relaciones íntimas (Barbara Hershey),… Todas ellas, unidas por el baloncesto y con una banda sonora deliciosa -creada por el mítico Jerry Goldsmith- que acompaña los éxitos y los fracasos de los protagonistas.

Considerada como una de las grandes películas deportivas de siempre, está basada en la historia real del Instituto Milan de Indiana, aunque la trama argumental de ‘Hoosiers’ nada tiene que ver con los protagonistas reales. El film transmite al espectador todos los valores del deporte y le lleva a empatizar con los métodos del arisco técnico, pero no es una película exclusiva para amantes del baloncesto de verdad. Lo mismo puede ser aprovechada en un ‘coaching’ como ejemplo de gestión de grupos, que puede servir para ocupar una tediosa tarde de domingo.
El final es apasionante (yo lo habré visto un millón de veces) y deja una sensación de satisfacción comprobar que hasta el más pequeño puede tener su oportunidad y que en una vida llena de problemas y angustias siempre hay momentos para sentirse feliz.

Esperaba que apoyaríais a los que están en el equipo, no a los que no están en él. Estos seis jóvenes han decidido trabajar, han elegido sacrificarse para poder jugar durante 23 noches en los próximos cuatro meses, para representaros a vosotros, a esta escuela superior. Esa clase de compromiso y esfuerzo merece y exige vuestro respeto

El baloncesto visto desde el punto de vista del aficionado

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