Es el más fuerte, pero solo cuando está en formato héroe deja que se le reconozca. Mientras, se esconde bajo la imagen de un hombre normal, vulgar, despistado y hasta torpe. Así es Supermán. Con la capa y el mono ajustado en su versión estelar de salvador del mundo, y ‘gafapasta’, clásico y con aire desaliñado en modo ciudadano de a pie.
Y así es también el otro Supermán, el de la NBA, Dwight Howard. Una bestia pintada del púrpura y oro de los Lakers, su nuevo equipo, en la cancha, en la que destroza aros rivales y machaca a quien se le ponga por delante; y un tipo que intenta pasar desapercibido fuera de la pista… O al menos eso intenta -¿o no?-, aunque es difícil disimular 211 centímetros repletos de músculos de ébano…
En el primer partido amistoso de pretemporada que disputaron los angelinos y que perdieron por paliza (110-83) ante los Warriors de Golden State, Howard no jugó al estar recuperándose de la operación de espalda a que se sometió la pasada primavera, cuando todavía era jugador de los Magic de Orlando. Pero acudió a ver a sus nuevos compañeros con una vestimenta que le hacía parecerse más a un Steve Urkel (¿se acuerdan de aquel histriónico personaje de la serie ‘Cosas de casa’?) tallado a la piedra que el álter ego del superhéroe que interpretaba Christopher Reeve.
Con pajarita, camisa, chaleco, vaquero, zapatos elegantes y lentes estilo ‘gafapasta’, la superestrella podía confundirse perfectamente con la versión gigante de un protagonista de ‘Big Bang Theory’.