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Más Ricky, menos Maravich

Ricky Rubio se pasa el balon por la espalda ante A.J. Price./ MSP-03. MINNEAPOLIS (EEUU), 01/02/12.- El español Ricky Rubio (d) de los Minnesota Timberwolves en acción ante A.J. Price (i) de los Indiana Pacers durante un partido de la NBA disputado hoy, miércoles 1 de febrero de 2012, en el Target Center en Minneapolis, Minnesota (EEUU). Los Timberwolves visten las camisetas de la temporada 1967-68 como parte del Hardwood Classic Series. EFE/CRAIG LASSIG TELETIPOS_CORREO:DEP,DEP,%%%,%%%

Ricky Rubio se pasa el balon por la espalda ante A.J. Price.

El impacto del base español en la liga ha desatado las comparaciones con uno de los jugadores más creativos de la historia de la NBA

El sentido colectivo y efectivo del catalán contrasta con el efectismo y la relación directa con la canasta de ‘Pistol’
Michael Jordan reconoció hace unos días que solo Kobe Bryant había hecho méritos suficientes como para poder considerarse su heredero. Por el momento, la estrella de los Bulls cerraba el debate, después de casi tres lustros buscando al clon de ‘his Royal Airness’ y de machacar jugadores por el camino en las comparaciones que tanto gustan a los estadounidenses, parapetados tras su incapacidad para valorar las aptitudes propias en jugadores talentosos con escasos parecidos con el mito.

Los aficionados y, básicamente, la prensa especializada disfrutan encontrando recuerdos del pasado en proyectos de estrellas futuras. Lo hicieron con muchos antes y ahora lo repiten con Ricky Rubio. Tiran de archivos de imágenes y vídeos para aprovechar un físico similar y asociar al base de El Masnou con uno de los jugadores más imaginativos que ha dado el baloncesto NBA, Pete ‘Pistol’ Maravich.

Pero el español no es un ‘rookie’ al uso, un novato que se deje examinar y puntuar confrontando sus características con las del exjugador de Hawks, Jazz y Celtics. Pese a sus 21 años y su estreno en la liga americana, Ricky vive como un profesional desde los quince, ha llegado a la NBA después de ser una estrella en Europa, tras ganar todo lo ganable en el Viejo Continente y batir marcas de precocidad con una facilidad pasmosa. Los títulos obtenidos con el Joventut, Barça y la selección española ya le alejan mucho de Maravich, que gozó del reconocimiento general por sus marcas individuales pero que vio pasar los éxitos colectivos desde la distancia marcada por sus equipos perdedores.

Creatividad y capacidad visionaria

Las coincidencias, más allá del simplón análisis por la afinidad en el corte de pelo y la estructura física, son evidentes. La creatividad les une y su capacidad visionaria para adelantarse a la jugada y sorprender con pases originales les convierte en seres superiores de la canasta. La defensa -fundamental para el español, secundaria para el de Pennsylvania- los aleja.

La influencia de Maravich en la concepción actual del puesto de base es incuestionable. Isaiah Thomas admitía abiertamente que su objetivo era parecerse a este creador de pases imposibles -tan imposibles que sus detractores aprovechaban esta cualidad como aval para criticar sus problemas como director de juego- y el ‘showtime’ liderado por ‘Magic’ Johnson bebía de la inspiración surgida de las jugadas de ‘Pistol’ en la década anterior.

Sin embargo, Rubio se aleja de la teatralidad del estadounidense y, bajo el pelo largo con aire sesentero de ambos, sus neuronas idean jugadas por caminos no convergentes. Maravich perseguía el espectáculo constantemente y su relación con la canasta fue casi siempre directa. Pese a formar parte de una época en la que no existía la línea de tres puntos, la leyenda de Louisiana State figura como uno de los grandes anotadores de la historia, pero nunca se acercó a los mejores asistentes de la liga -en los setenta, la NBA vivió quizás el momento en el que más primó el egoísmo personal sobre el éxito colectivo-.

Desde su puesto de líder, el catalán percibe el baloncesto desde la perspectiva de un veterano. No necesita repetir los 51 puntos, 24 rebotes, 12 asistencias de la final del Europeo cadete para ser feliz. El valor de Ricky es entender que su labor pasa por buscar la mejor opción, que necesariamente no debe ser siempre la suya. De ahí su impacto en la NBA.

Una última diferencia es la visión exterior de cada uno de ellos. Maravich, uno de los 50 mejores de la historia de la NBA, provocaba amores y odios, tan exacerbados unos como los otros, entre los seguidores y sus propios colegas. A Ricky los aficionados le adoran porque les hace pasar un rato divertido en unos Timberwolves insufribles la temporada pasada y sus compañeros lo quieren en pista porque les hace la vida más fácil y saben que el balón será suyo si el ‘chico maravilla’ les ve como la solución para anotar.

Si ambos hubieran confluido en la misma época y en el mismo equipo, Maravich y Rubio podrían haber formado una pareja letal y complementaria porque, aunque parecidos en la esencia, ni uno podría ser Pete ni el otro Ricky.

El baloncesto visto desde el punto de vista del aficionado

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