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Una estrella con mucha prisa

Atlético, 2,05 metros de altura, buen penetrador, con un tiro de larga distancia aceptable y polivalente en defensa y en ataque. Es el prototipo del jugador perfecto… y responde al nombre de LaBron James.
Aunque Kobe Bryant es el que recibe más puntos en la comparación con Michael Jordan, el baremo de la perfección en el mundo del baloncesto, la estrellas de los Heat ha ido batiendo uno a uno los récords de precocidad que había marcando el ya veterano escolta de los Lakers. El último, el pasado 17 de enero, cuando ‘King James’ se convirtió en el jugador mas joven en la historia de la NBA en llegar a los 20.000 puntos. Con 28 años y 17 días, superó ante los Warriors la marca fijada por Kobe, igual que antes lo había hecho en cada una de las 19 ocasiones en que alcanzaba un nuevo millar.
Es prácticamente imposible que, pese a su prisa por acumular puntos, alcance los 38.387 de Kareem Abdul-Jabbar, líder absoluto gracias tanto a su calidad como a sus 20 años en la liga. Ni el propio Jordan, que posee la mejor media anotadora (30,12 puntos por partido) logró acercarse a la cifra del propietario del ‘sky hook’, que logró marcas de otro tiempo -como todas las que acumuló Wilt Chamberlain-, imposibles de alcanzar en la actualidad.
Hasta ahora, LeBron era un acumulador de logros individuales. Sin embargo, el anillo obtenido el pasado campeonato ya le empieza a colocar en un lugar privilegiado entre los más grandes y ha llevado a los críticos a valorar su talento como merece.
El título ha dado la dimensión que se merece a unos números que noche tras noche bailan casi siempre alrededor del ‘triple-doble’. Su aportación en el rebote es vital para su equipo y la atención que genera a su alrededor provoca situaciones favorables para sus compañeros que él ve con facilidad. De hecho, ante Golden State alcanzó también las 5.000 asistencias, una combinación de puntos y pases que solo habían conseguido doce jugadores antes.
James posee un poder físico que le da un punto de velocidad, potencia y resistencia por encima del resto y que le permite dominar a cualquier rival. Es capaz de aprovechar su cuerpo para jugar al poste bajo si su defensor es inferior en altura o fuerza, de la misma manera que puede romper la cintura a su adversario si el entrenador rival decide colocar sobre él a un jugador más grande que intente aguantar sus embestidas.
Su polivalencia se traslada también a la defensa y, en un baloncesto moderno que apuesta por cuatro jugadores exteriores y un cinco puro, el alero de Miami no tiene problemas para emparejarse con un contrario de vocación interior. En la final olímpica de Londres lo demostró. Frente a los problemas de Chandler (un pívot rocoso, elegido el mejor defensor de liga la pasada campaña) para parar a Pau Gasol, Mike” Krzyzewski optó por que fuera LeBron el encargado de frenar al español. La decisión fue acertada ya que la movilidad del de Akron redujo las líneas de pase que apuntaban a Pau, trabó el juego de La Roja y ayudó a Estados Unidos a sumar una nueva medalla de oro.

LeBron James sigue batiendo marcas de precocidad. La última, convertirse en el jugador más joven en alcanzar los 20.000 puntos

El baloncesto visto desde el punto de vista del aficionado

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