La crisis se nota en lo cotidiano. A pie de calle. En los pasos de peatones borrados porque no hay ni para pintarlos. En lo que antes eran servicios y ahora son miserias. En la falta de limpieza, en las rotondas olvidadas, en los contenedores abarrotados y en la basura sobre la acera que se recoge de semana en semana pese a que el bolsillo del contribuyente está cada día está más limpio.
La crisis ha convertido a mi pueblo en un vertedero. Igual que a otros pueblos y ciudades. A lo mejor, igual que al suyo. El incremento de los impuestos que gravan el servicio de la basura es inversamente proporcional a la limpieza de la vía pública. La crisis ha llenado de desperdicios las calles y ha vaciado el bolsillo de los ciudadanos. La barredora, un par de veces por semana. Ya no estamos en periodo electoral.
Vivo en Chiva, un municipio mediano de la Comunitat Valenciana, con un alcalde del PP que gobierna con mayoría absoluta y que, tras tirar con pólvora de rey en la época de vacas gordas, ahora no tiene en caja ni para vaciar las papeleras para gusto y satisfacción de las ratas tamaño XL, que son las únicas que engordan en estos tiempos tan austeros. Eso sí tenemos piscina cubierta sin cubierta, campo de fútbol de césped sin vestuarios y una plaza de toros como promesa electoral que, afortunadamente, nunca se construirá.
Las imágenes siguientes son de un día cualquiera. Las palabras sobran:
Papelera con bolsa escapatoria (domingo por la mañana): La bolsa, atada por un ciudadano modelo, cae sobre su propio peso al no soportar más basura. Al fondo, junto al banco, otra papelera rebosante.
La papelera, dos días después: La bolsa logra escapar y cae encima de los tetrabricks que se pueden ver en la anterior imagen. Todavía estaban en el suelo.
¿Por qué cayó la bolsa? Porque la papelera estaba llena de basura, otra vez.
Papelera al macarrón: Esta es la que se ve en la primera foto junto al banco, dos días después. La bolsa azul permanece cerrada. Sobre ella, pasta a la boloñesa con colillas, zumos y agua. Rico, rico.
Papelera histórica: Tipo cucurucho con varillas. Una joya oxidada. Como el resto, rebosante de basura en una zona peatonal.
Paso subterráneo por el que no pasa nadie: Construcción infrautilizada y claramente insalubre. Lleno de basura que nadie limpia. En teoría zona de paso al instituto y colegio de primaria. Los viandantes prefieren pasar por un paso de peatones borrado, sin pintar y en el que ya ha sido atropellada alguna persona.
Jardinera salvaje: Durante meses, la ornamentación vegetal ha estado de esta guisa. Malas hierbas como como colchón mullidito para roedores y demás animales. Paso de colegio. Es cierto que dos días después, tras muchas semanas en el olvido, fue cortada la hierba.
Bolsa de basura que espera el autobús: Siempre es más cómodo dejar los despojos en la acera que recogerlos y tirarlos al contenedor.
Vertedero en zona residencial: En la zona de nueva construcción de Chiva, hay quien opta por convertirla en un vertedero. ¡Esto es casco urbano señores! Un nido de ratas.
Toda estas imágenes fueron tomadas entre el domingo 14 de octubre por la mañana y el martes 16 de octubre en un espacio de un par de calles. Y aquí, en la zona, se paga hasta 800 euros de contribución y subiendo.
Recuerde, también le podría pasar a usted.