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Héctor Esteban

El francotirador

Las chapuzas en la sanidad valenciana

3 de marzo de 2013. Domingo por la tarde. Hospital Clínico de Valencia. El paciente entra para una revisión rutinaria que le obliga a hacer noche en el centro. Sábanas limpias pero roídas y como almohada… una toalla. Sí, sí. Bien dobladita pero una toalla. Con la inscripción de la Agència Valenciana de Salut como decoración floral.

La familia pregunta: Perdón, ¿esa toalla es la almohada?

Respuesta: Sí. Lo sentimos, no hay para todos.

Y una advertencia: Tengan cuidado con sus pertenencias que hay quien aprovecha la noche para robar. Como les pillan y …

Un familiar del paciente encontró la única de las soluciones. Abrió la puerta, salió del Clínico, se fue a su casa y volvió con una almohada de casa. Viscoelástica, que es mejor. No era lógico pasar la primera noche en el hospital con una toalla de rizo como descanso para la cabeza.

Así están las cosas en la Sanidad valenciana. No es la primera vez que pasa ni el único hospital en el que sucede. El servicio de lavandería ya no está en el hospital. Se externalizó hace años. Los fines de semana con exceso de actividad hay problemas de suministro. Hay que ingeniárselas. Los profesionales ya no saben qué decir a los boquiabiertos familiares. Después es complicado entender cómo las encuestas muestran un alto grado de satisfacción. Igual se refieren a la dedicación de los profesionales, que se esmeran pese a chapuzas como la de la toalla almohada. Imágenes como estas no se sostienen. Si no es el primer fin de semana que pasa esto ¿por qué no existe previsión?

La Nueva Fe, ese hospital que se vende como el mejor de Europa, tiene detalles de república bananera. Pequeños matices chapuceros que deben sorprender al usuario. Tecnología punta. Donde se han gastado miles de millones caben unos eurillos más para, por lo menos, indicar los servicios sanitarios. Lo cuenta magistralmente Andreu Escrivà en este post “La nova Fe: una història de laberints i ascensors”.  Me ha cedido un par de fotos para completar este post.

Tecnología punta para indicar el timbre. Foto @AndreuEscriva

No hace mucho conté el caso de un familiar. Dolor en el lado derecho del bajovientre. Los síntomas eran de una apendicitis de libro. Del ambulatorio lo derivan de urgencia al hospital de Manises. Dos de la mañana. Allí, en lugar de realizarle las pruebas oportunas le dicen que el personal de rayos no llega hasta las ocho de la mañana y… que se joda. Le administran un Nolotil, le disfrazan el dolor y la infección sigue su camino a marchas forzadas. Ya de día le intervienen. Al abrir se encuentra al borde de la peritonitis. Ni una disculpa.

Su médico de cabecera, en la revisión ordinaria tras la operación, reconoce que podía haber muerto.

 

Indicaciones en la nueva Fe. @AndreuEscriva

Otro caso, mismo hospital: Manises. Público de gestión privada. Operación por perforación de tímpano. Anestesia general. Reanimación y a casa. Ni una sola noche en el hospital para ver cómo le ha sentado la anestesia. Por prevención más que nada. Tarde de mareos en el hogar familiar. Supongo que serán las normas: no ocupar habitaciones si no es cuestión de vida o muerte.

Es época de ajustes. Quizá haya que medir al máximo el gasto farmacéutico, los excesos en el material desechable e incluso, si me apuran, estaría dispuesto a debatir si a un paciente con fractura de tibia se le debe pagar la comida y la cena.

Pero de la misma manera creo que los recortes no deben de entender ni de falta de almohadas ni de pruebas de rayos ni de las 24 horas necesarias para ver cómo evoluciona una anestesia general.

Ya saben, con la salud no se juega.

 

 

 

Por Héctor Esteban

Sobre el autor

Periodista. Me enseñaron en comarcas, aprendí en política y me trastorné en deportes. No pretendo caer bien. Si no has aparecido en este blog, no eres nadie.


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