En diciembre de 2002 apenas llevaba nueve meses en la sección de política de LAS PROVINCIAS. Un pipiolo en estos lares con los ojos bien abiertos y las orejas puestas que aprendía a base de las galletas informativas de compañeros de otros medios. Al principio, ni las hueles. Tienes dos opciones: abandonar o aprender. Opté por la segunda. Por eso, aquel día de diciembre que ABC sacó a la luz los flirteos de Zaplana con grupos mediáticos y empresariales para blindarse todavía más, empezó un juicio que me dio una de las mayores lecciones sobre qué es la política. Todavía la guardo en la mochila.
El PSPV logró sentar al entonces director general de RTVV, José Vicente Villaescusa, en el banquillo de los acusados. Los socialistas tenían en el consejo de administración de la tele a un tal Miguel Mazón, una mosca cojonera que, por si alguien no lo sabe, fue el primero que puso sobre la mesa la barbaridad de los contratos de RTVV con los equipos de fútbol. El juicio contra Villaescusa, colocado por el PP de Zaplana, se abrió por un presunto delito de ocultamiento de información a los miembros de la oposición en el consejo de administración. Mazón llevaba años reclamando papeles para intentar controlar la gestión económica de RTVV. Entre ellos, los contratos del fútbol, programas rosa, trabajadores…
Por aquel juicio desfilaron personajes relevantes como Glòria Marcos, Víctor Campos o José Alberto Fabra (hermano de Carlos). Todos ellos en calidad de testigos. Villaescusa, por su parte, llamó a testificar al exdirector general de RTVV Amadéu Fabregat, nombrado en la época del Consell socialista de Joan Lerma, y al exdirector de TVE con el gobierno del PSOE Jordi García Candau. Mazón, zorro viejo, anunció antes del juicio que esta sería la clave.
Y así fue. Fabregat y García Candau, jerifaltes televisivos en épocas socialistas, desmontaron toda la argumentación del PSPV y del Ministerio Fiscal contra Villaescusa. En un plis plas salvaron al director general de RTVV de toda pena y culpa. Fabregat aseguró que la labor del consejo (al que pertenecía Mazón) era irrelevante, que no tenía que controlar las cuentas y que a otra cosa mariposa. Un zasca del presunto fuego amigo del PSPV. Ya se sabe, el testigo está obligado a decir la verdad y toda la verdad.
Villaescusa, absuelto, se marchó de rositas, libre como el viento y yo empecé a darme cuenta de lo que era de verdad la política. Fabregat, elevado por los socialistas, clavó el rejón de muerte a una de las ofensivas del PSPV más serias para intentar destapar la gestión económica del PP en RTVV. La política es así y perro no come perro.
Ahora, con el cierre de la cadena pública en capilla, paladeo la pasta de la que están hechos los políticos y la política. Me sorprende la gallardía del socialista Ximo Puig de ponerse detrás de una pancarta para impedir el cierre de una RTVV que hace un año él mismo dijo que nadie lloraría. Los lamentos socialistas después de insultar a grito pelado a dos trabajadores de RTVV en la plaza de toros de Valencia con Jorge Alarte como instigador vocero de una situación que pudo derivar incluso en agresión. De Vicent Sarrià y “su ERE en RTVV o lo que faça falta…” prefiero no opinar.
Los malabares del nacionalista Enric Morera, el nuevo Jimmy Jump valenciano, que es capaz de fotografiarse cogido hasta con las farolas de RTVV para defender a los trabajadores del ente. A los que se marcharon con el primer ERE y a los que se declararon en rebeldía. Morera, el hombre que condicionó su pacto por Canal 9 al despido de entre 800 o 900 enchufados. Colocados a dedo a los que Rafa Xambó, consejero de RTVV por Compromís, se encargó de señalar nominalmente con lazos familiares incluidos.
Al popular Serafín Castellano, por su parte, le duró una semana aquella firmeza que garantizaba el futuro de RTVV: “Seguirá sí o sí”. Días después, con el cierre todavía caliente, asumía la decisión colectiva del Consell y compareció en un debate televisado el día de rebeldía para justificar el cierre imposible.
De los trabajadores prefiero no hablar. Allá cada uno con su conciencia. Que cada uno en su intimidad reflexione si sus sentimientos están más vinculados a la nómina mensual o al servicio público . Yo soy un romático y los héroes se me acabaron con Artur Balaguer.