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Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

Vuelven Dallas y J.R.

 

“Hola, soy Lorenzo Lamas, el rey de las camas. En América, porque aquí ya saben quién es el rey de las camas, Reig Martí y su colección de edredones que combinan de ensueño”

Lorenzo Lamas


Nosotros ya sabíamos que los ricos también lloran mucho antes de que llegase a España en 1986 Verónica Castro. Habíamos visto que sus vidas podían ser más desgraciadas que las nuestras. Y que, a pesar de poseer majestuosas mansiones, impresionantes coches  y un envidiable fondo de armario, ellos sufrían, sufrían mucho. Con sus rupturas, intrigas, violaciones, hijos secretos, arruinamientos, caídas, accidentes, intentos de asesinato…

Los primeros que nos contaron lo duro que era ser rico fueron los Ewing, la familia protagonista de ‘Dallas’, la serie que abrió la moda de los culebrones americanos en los años 80. Más de 350 capítulos repartidos en 13 temporadas tuvo esta trama que retrataba las intrigas de un clan multimillonario dedicado al negocio del petróleo.

En el rancho Southfork el malvado J.R. ideaba las mayores vilezas, Sue Ellen se agarraba pedales de aupa, Lucy Ewing se iba tirando a cuantos pasaban por allí, y Pamela, mientras esto sucedía, olvidaba sus desdichas colocándose todo tipo de modelitos, con sus buenas hombreras.

¡Ah! Qué tiempos aquellos, de sombreros de cowboy, mucha laca y pantalón campana… Pues bien amigos, se acabó la añoranza y la melancolía: vuelve ‘Dallas‘. Y yo con estos pelos.

Esta semana, la televisión estadounidense se prepara para el regreso de la madre de todos los culebrones yankees. La cadena TNT rescata la ficción y la traslada a nuestros días. En España se emite a partir del domingo 17 de junio. No es un remake, ni una revisión. Es una continuación de aquellas historias. Un retorno a Texas con las nuevas generaciones de los Ewing, sus parejas, sus ex, sus amantes… Y con algunos de los personajes originales. J.R., Sue Ellen, Bobby y Lucy renacen de ultratumba y se calzan las botas camperas de nuevo.

Pero mis peores presagios de que nada será como era se cumplieron cuando hace unas semanas publicaron el primer póster promocional.

 

Pero qué sauna es esta en la que lo mismo te encuentras a un abuelo con sombrero, a una madame entrada en años, a unos chulazos de calendario o a dos lolitas de mentira. Nooo, esto no es ‘Dallas‘. Móntalos a todos en un barco a la deriva y ya tiene serie Antena 3.

Para exhibir carne joven ya existen mil títulos. En ‘Dallas‘, como en el resto de culebrones americanos, la carne buena, la que hacía vibrar de verdad, era la carne añeja. No necesitamos pechos espectaculares ni cuerpos apolineos. Para eso ya se creó la CW (cadena que emite ‘Gossip Girl‘, ‘90210‘ o ‘Vampire Diaries‘).

Con lo que disfrutábamos en aquellos seriales era con los personajes más veteranos, con los viejos zorros, aquellos con mil vueltas en la vida, capaces de cualquier maldad. Con J. R. y con los que llegaron después en series similares. La gran Angela Channing, el temible Richard Channing, la divona Alexis Carrington, la enigmática Anna Rossini, la perversa Sable Colby. Todos ellos entrados en años y sin ninguna necesidad de enseñar cacha para llamar nuestra atención.

Intentos ha habido de recuperar el culebrón de glamour y confabulaciones en los últimos años. El último, ‘Revenge’, la historia de una joven que regresa a una comunidad de pijos para vengar la muerte de su padre. Allí se encontrará con una mala de las de antes, Victoria Grayson, en la piel de Madeleine Stowe. Pero el problema de esta, como de otras anteriores, es que la mayor parte de las tramas se delegan en chicos y chicas monas capaces sólo de posar y hacer mohínes.

Si ‘Dallas’, ‘Falcon Crest’, ‘Dinastía’ o ‘Santa Bárbara’ triunfaron fue porque sus grandes bazas eran actores enormes (John Forsythe, Jane Wyman, Charlton Heston, Celeste Holm, Lana Turner, Rock Hudson, Kim Novak…), con carreras sólidas a sus espaldas y sobrada solvencia.

Menos duchitas y toallitas que se caen y más frases lacónicas como las que escupían Joan Collins o Larry Hagman y poses como las de Mel Ferrer, Linda Evans o Cesar Romero. A eso le añadimos mucha laca, casas con buenas escaleras por las que caerse y descapotables que ni se arañan aunque vuelquen por un barranco y el éxito está asegurado.

Yo de la nueva ‘Dallas’ espero eso. Y que alcance momentos memorables como los que nos dejaron aquellas ficciones de los 80. ¿O es que alguien ha podido olvidar las míticas peleas en tierra, mar y aire entre Alexis y Krystle?

 

Y a partir de ahí sólo hay que hacer volar la imaginación. Hijos que aparecen de la nada, hijos que desaparecen por arte de magia, empresas que se hunden, atropellos, muchos cuernos, disparos, secuestros, incendios, inundaciones, terremotos. Sí, hasta terremotos, maremotos o volcanes en erupción tienen cabida en estos guiones.

 

 

Pero no. No pinta así la nueva ‘Dallas‘. Esto se predice más light. Y así lo único que conseguiremos es rememorar aún más aquellos tiempos, los buenos tiempos de “Estás bebida, Sue Ellen” o “Te arrebato el control de la Denver Carrington”.  

 

 

Títulos de crédito: Gracias a @davidblaytapia por su atenta lectura y por ayudarme a subsanar errores. Te debo una. Para encontrar más información sobre   todos los títulos de los que se habla en este blog, así como la forma de adquirirlos, hay que pulsar la pestaña ‘Almacén de series’. Para quejas, sugerencias y otras necesidades humanas mi correo es mlabastida@lasprovincias.es

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Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


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