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Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

Series que dan el cante

 

“Has desafinado tanto que se me ha caído la oreja”

Risto Mejide


Hay un momento que no suele fallar en ninguna serie y al que yo siempre temo. Es ese en el que comienza a sonar una canción y uno de los personajes se acerca a un micrófono… y se deja llevar. En ese instante una sensación de vergüenza ajena recorre mi cuerpo. No lo puedo evitar. Entiendo que se trata de retratar la realidad y que, en nuestra realidad, todos nos hemos arrancado con un tema cuando nadie nos ve. Y lo hemos dado todo. De esa tesitura pocos saldríamos ilesos. Por eso tiemblo cuando en una ficción sucede algo así.

Respeto demasiado la música. Pensaba esta semana, a propósito del día mundial de este arte, que debe de ser muy duro padecer melofobia, el miedo irracional o aversión a escuchar melodías. Qué sensación más extraña sufrir dolores o aturdimiento cuando suena el réquiem de Mozart o las sonatas de Chopin. Qué frustrante no disfrutar con “Break on through” de los Doors, “Losing my religión” de REM, “Close to me” de The Cure o “Free money” de Patti Smith. 

Precisamente por todo esto me sobrecojo cuando siento que en una serie se va a destrozar algún clásico. 

La última vez que me ocurrió algo así fue en el primer episodio de la temporada que acaba de finalizar de ‘Mad Men’ (evita este párrafo si aún no la has visto). Megan Draper, la nueva esposa de Don, decide sorprender al publicista en su 40 cumpleaños y se atreve con “Zou bisou bisou”. La canción sirve en este caso para mucho más que conocer las cualidades vocales del personaje. La escena retrata en sólo tres minutos las diferencias entre ella y Beth y muestra el rumbo que ha tomado la vida de Don. El tema escogido lo popularizó la actriz Gillian Hills y se basa en “Zoo Be Zoo Be Zoo”, que cantó Sophia Loren. ¿Está la versión de Jessica Paré a la altura de las anteriores? Juzguen.

 

Hay actores a los que es difícil imaginar saliéndose de su registro habitual, en muchas ocasiones por culpa de su encorsetado papel. Es el caso de Brennan y Booth, la antropóloga y el agente de homicidios de ‘Bones’. Uno de los atractivos de esta serie es sin duda la tensión sexual entre ambos compañeros, lo cual da pie a infinidad de tramas. En la que incluyo a continuación ambos se lanzan con “Hot Blooded” de Foreigner, banda de hard rock que triunfó a finales de los setenta.

 

Un clásico casi infalible de las series es el karaoke, típico capítulo en el que alguno de los protagonistas acude a un local de este tipo y, avergonzado, accede a subirse al escenario para atreverse con algún clásico. Pongamos por ejemplo el caso de la desesperada Susan, que, ante Mike Delfino, Eddie y Karl, entona su particular “New York New York” y lo utiliza para ajustar cuentas. De este modo realiza su propia versión del tema principal del filme de Scorsese, que en aquella cinta entonaba Liza Minelli y que, años más tarde, alcanzaría la gloria gracias a Frank Sinatra.

 

También es recurrente que en una ficción se realice un episodio musical, normalmente basado en un sueño o fruto de la imaginación de uno de los intérpretes. Lo tuvo ‘Scrubs‘, ‘Anatomía de Grey‘ y hasta ‘Fringe’. No es sencillo salir de ese brete. Personalmente los suelo encontrar bastante ridículos. Quizá uno de los que mejor resuelto está es el que realizó ‘Cómo conocí a vuestra madre’ para celebrar sus 100 emisiones. Y gran parte del mérito es de Barney. A Neil Patrick Harris se le da bien cantar. Lo ha demostrado en galas como la de los Oscar 2010 o los Emmy de 2009 e, incluso, en ‘Glee’. Aquí le vemos interpretando ‘Nothing suits me like a suit’.

 

Si hay una serie que por su temática parece que tiene complicado encajar un momento de este tipo es ‘A dos metros bajo tierra’. Y sin embargo todos los Fisher se liberan a través de la música en alguna escena de las cinco temporadas. Lo hace Claire para salir de la desidia de su oficina, recién levantada emulando a Billie Holyday, pintando su casa con varios amigos al ritmo de Death cab for cutie, y en otra secuencia, junto a sus dos hermanos, tararean ‘Lonely petunia‘ para calmar a la hija de Nate.

David se presenta a las pruebas para formar parte de un coro, canta junto a Keith en la cama en un instante de intimidad e, incluso, mientras limpia la funeraria. Y, claro, observar a Dexter soltarse la melena así bien merece un vistazo.

 

Y me voy a permitir terminar con esta misma serie y una de las secuencias que consiguen emocionarme cada vez que la veo. Una tras otra. Y han sido muchas. Ruth Fisher, en compañía de varias amigas, su hermana y su nuera Brenda, se halla en la parte baja de la casa en un velatorio. Allí, sumida en los recuerdos y en la tristeza, se deja llevar por “Calling all angels”. Y logra trasladarnos a nosotros con su voz a lugares insospechados. Frances Conroy vuelve a dejarnos sin habla. Una vez más. 

 

 

 

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Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


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