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Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

Sobrevivir a Los Soprano

 “La próxima vez, no habrá próxima vez”

Phil Leotardo

 

¿Hay vida después de ‘Los Soprano’? ¿Es posible embarcarse en un proyecto tras haber firmado una serie como la de los mafiosos de Nueva Jersey? ¿Se volvería alguien a atrever a retratar la mafia sin temer las comparaciones? ¿Puede un actor conseguir que el espectador no le relacione únicamente con el papel de Tony Soprano, de Carmela o de Paulie?

Por supuesto, es factible. Pero también es enormemente complicado.

 

Hasta 1999 para hablar audiovisualmente de la mafia había que citar, necesariamente, ‘El Padrino’, ‘Uno de los nuestros’, ‘El clan de los irlandeses’, ‘Atrapado por su pasado’ o ‘Donnie Brasco’. A partir de ese año y hasta 2007 se emitió en HBO ‘Los Soprano’, referencia desde entonces del mundo del hampa por su espléndida capacidad para retratar los entresijos de estas organizaciones clandestinas.

Pero ‘Los Soprano’ es más que una serie sobre la mafia, y quizá en ello estribe su éxito. La serie de David Chase aborda la importancia de la familia. La de sangre y la criminal. Ambas de sangre en este caso. Es un manual de relaciones humanas. Familiares que se protegen, se defienden, se decepcionan, se traicionan, se ayudan.

Los Soprano es Tony. Sin Tony no hay Soprano’s. Desde que comienza a sonar ‘Woke up this morning’ hasta que la serie se funde a negro. Por Tony, los espectadores aceptamos traspasar los límites de la moral, fuimos capaces de dejar atrás nuestros principios para rendirnos a los suyos. Es fácil resultar seductor cuando tienes el rostro de Don Draper. Es sencillo imponer respeto con la faz y la fuerza de Vic Mackey. Es simple parecer tierno con la pinta de George O’Malley. Lo complejo es que un tipo con la cara, la corpulencia y las maneras de Tony Soprano nos provoque todo eso junto. Y muchas veces, cuando menos lo esperamos.

Gran parte de eso se lo debe el personaje al estupendo diseño realizado por David Chase. Tony Soprano se descubre como un cabrón sin escrúpulos, pero a su vez es un ser frágil y endeble. Y esa combinación, bien digerida, puede ser infalible.

Tony Soprano es un mafioso. Sí. Pero además está atormentado por la falta de cariño de su madre. Acomplejado por los recelos que provoca en su tío Corrado. Incapaz de hacer feliz y mantener la estabilidad con la mujer a la que quiere. Frustrado por la distancia con su hijo. Es alguien que lo mismo destapa su alma ante su psicóloga como echa mano de sus vísceras para quitarse de en medio a quien haga peligrar su camino, aunque sea un ser querido.

Un regalo para James Gandolfini, que a su vez regaló a la serie una interpretación memorable, por la que recibió tres Emmys y un Globo de Oro. Antes ya había sido un criminal en ‘True romance’ o en ‘Coacción a un jurado’, y un agente de narcóticos por obra y gracia de Álex de la Iglesia en ‘Perdita Durango’. Pero es con Tony Soprano donde este actor despliega todo su potencial para mostrar la cara del verdugo implacable, del amante apasionado, del sádico apesadumbrado o del acomplejado sacudido por la ansiedad que se le desborda.

¿Cómo baja alguien a la tierra, se enfrenta al mundanal asfalto, después de haber estado tanto tiempo en el cielo? Gandolfini ha buscado en este tiempo, sin demasiada suerte, un papel que le aleje de Nueva Jersey. Hay quien incluso le ha buscado algo así como un “complejo de Tony Soprano”, por la violencia que ha empleado en algunos altercados con fans y paparazzis. Ahora anuncia nuevo proyecto, de regreso a HBO. Vuelve al mundo del crimen con ‘Criminal Justice’, adaptación de una serie británica del mismo nombre, en torno a un joven que se despierta, tras una noche de drogas y alcohol, en una prisión acusado de asesinato. Habrá que esperar para comprobar el resultado.

Otros actores de la serie sí han conseguido soltar lastre y tomar un rumbo diferente en sus carreras. Es el caso de la que fuese Carmela (Edie Falco), la abnegada esposa que prefiere mirar a otro lado antes que asumir y afrontar la realidad. Ella dio un giro, dejó a la chabacana y ostentosa Carmela y se trasladó a Queens para interpretar a la arisca ‘Nurse Jackie‘, enganchada a la mentira y a las pastillas. Y logró hacer desaparecer de un plumazo los oros y pieles de Carmela.

También Steve Buscemi nos convenció con Nucky Thompson (‘Boardwalk Empire’) para que olvidásemos a Tony Blundetto, y Drea de Matteo hizo lo propio convirtiéndose en una mujer desesperada.

Peor suerte han tenido Lorraine Braco (la psicóloga Jennifer Melfi), que apenas ha despuntado como secundaria en ‘Rizzoli & Isles’; Jamie-Lyn Sigler (la primogénita Meadow), que llegó incluso a sacar un disco; o Michael Imperioli (el ingenuo Christopher Moltisanti), que ha realizado pequeñas participaciones en títulos como ‘Life on Mars’.

 

Que nadie espere al sentarse en el sofá y comenzar a ver ‘Los Soprano’ una serie cargada de cliffhangers (finales cargados de suspense) al terminar cada capítulo, o de giros enrevesados en el guión. No, este es un plato aparentemente no apetitoso que se ha de consumir lentamente, con cierto esfuerzo en ocasiones, para ir poco a poco disfrutando de sabores y texturas. Y sólo así llegan a nuestros paladares bocados irresistibles como es el undécimo episodio de la tercera temporada, que se desarrolla en gran parte en la Reserva Nacional de Pine Barrens. O como el desenlace de la cuarta temporada con un cara a cara definitivo entre Tony y su mujer. Por no hablar del final de la quinta con una desesperada Adriana huyendo hacia un callejón sin salida.

 

Jorge Carrión se plantea en ‘Teleshakespeare’ si ‘Los Soprano‘ es una gran tragedia. Y la pregunta está fundamentada. Una gran tragedia con un retablo de personajes que muestran sus recovecos más ocultos, sus miserias, rincones con los que difícilmente no nos sentiremos identificados, por alejadas que parezcan nuestras vidas.

 

 

 

Con este listón volver a hacer una serie sobre mafia y gángsters era un reto de locos. La inglesa ‘The take‘ abordó el tema de la mano de un ex recluso que sale de la cárcel y usa sus contactos para construir un imperio criminal. La francesa ‘Mafiosa‘ retrata a Sandra Paoli, una abogada penalista en Córcega, que, tras el asesinato de su tío François, el padrino de un clan mafioso respetado y temido por toda la isla, es elegida como sucesora. ‘Roma criminal‘ narra el ascenso y caída de la Banda de la Magliana, un grupo de delincuentes que dominaron el narcotráfico en Roma a finales de los 70.

Boardwalk Empire’ se propuso hace tres años el desafío de abordar el tema de la mano de un político que tiene bajo su control la ciudad de Atlantic City durante la época de la prohibición del alcohol en el EE.UU. de los años 20. No ha tenido un camino fácil. En la primera temporada la sombra de ‘Los Soprano’ le resultó demasiado alargada. Era imposible (aunque la ubicación y el tiempo difirieran) no recordar a la banda de Nueva Jersey. El ritmo lento y frío en las tramas no ayudó. Muchos de estos errores se corrigieron en la segunda temporada, donde el ritmo e intensidad se elevaron considerablemente, hasta llegar a unos capítulos finales soberbios. HBO ha comenzado a emitir nuevos episodios. Y Nucky Thompson ha llegado pidiendo guerra. Ha desplegado su batallón para conquistar a la audiencia. Todavía es pronto como para saber si algún día recordaremos del mismo modo a Thompson como lo hacemos con Tony Soprano. Pero se está agradeciendo mucho el intento.

 

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Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


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