“¿Por qué asesinar a un hombre cuando puedes matar una idea?”
Nicholas Brody
‘Homeland’ es la serie de la que todo el mundo habla. Cuatro la estrenará en los próximos días. Ha tenido que recibir toda serie de premios para que una cadena en abierto se atreva a programarla en España. Veremos qué audiencia logra. En el país de ‘Los Serrano’ a la ficción estadounidense le cuesta arraigar. Sólo hay que ver cómo le está funcionando a La Sexta ‘Boardwalk Empire’. A lo que vamos. ‘Homeland’ hay que verla. Cuenta una historia bien estructurada, con un conjunto de trampas dosificadas, con un ritmo endiablado, con unos personajes que pasan más tiempo tratando de ocultarse que de mostrarse. ‘Homeland’ es adictiva. Si todo esto no te convence aquí van cinco motivos para que le des una oportunidad. No hay spoilers. Pasa sin miedo.
¿Serías capaz de entender a un terrorista?
No te precipites. No sueltes un no tajante sin pensarlo. ‘Homeland’ te va a hacer vacilar. ¿Quién es el enemigo más temible al que se enfrenta un país? ¿Un marine traidor que ha conocido la otra realidad o la clase política que dirige ese país y se empeña en meterse en una guerra tras otra? En ‘Homeland’ esa pregunta sobrevuela la trama casi desde el comienzo.
Y el espectador no termina de decidirse por una u otra respuesta. Pero duda. Hagamos las presentaciones. La serie comienza cuando Nicholas Brody, un sargento de los marines de Estados Unidos (desaparecido en combate desde hace años) es rescatado y regresa a su país convertido en un héroe. Carrie Mathison trabaja para la CIA y ha llevado a cabo diversas operaciones en Iraq. En una de ellas fue advertida de que un prisionero de guerra se había unido al grupo terrorista de Abu Nazir. Carrie piensa que es Brody. Pero nadie más le cree.
La vida después del 11-S
No se puede ver ‘Homeland’ y no pensar en el mundo después del 11-S. En la paranoia constante con la que vivimos, en el terror instalado en el ambiente, en la amenaza que sirve de excusa a los que gobiernan para instaurar el miedo y provocar guerras. Y ahí llega ‘Homeland’, un producto en forma típicamente americano, pero en fondo, un azote a la política exterior de Estados Unidos. Obama confesó en una ocasión que era su serie favorita. ¿Seguirá pensando lo mismo? Porque si algo no sale bien parado en esta serie es la clase dirigente. Imagino a Obama viendo un episodio y recordar sus promesas electorales (e incumplidas) sobre la guerra de Afganistan o la actuación en la guerra de Iraq o la captura de Bin Laden. Sí, ‘Homeland’ es ficción. Hay persecuciones, bombas y giros inverosímiles, todo eso que tanto gusta en el audiovisual estadounidense. Ficción, mucha ficción, pero salpimentada por una realidad que escuece.
El gato y el ratón
Gran parte del éxito de ‘Homeland’ reside en la relación de los dos protagonistas, dos roles perfectamente construidos. A Carrie y a Brody nos los presentan con profusión nada más comenzar la serie. Y, sin embargo, cuando termina la segunda temporada seguimos pensando que no sabemos nada de ellos, que no los conocemos. Carrie es un terremoto, un volcán en continuo peligro de erupción. Nadie en su sano juicio tendría a alguien como Carrie trabajando en un organismo como la CIA. Y, sin embargo, nosotros nos creemos a Carrie, confiamos en ella, tropezaríamos con ella en la misma piedra varias veces. Le apoyamos en sus decisiones, le aplaudimos cuando ve cosas en las que los demás no reparan, le perdonamos que utilice métodos poco ortodoxos. Carrie es bipolar. Pero esa no es la razón por la que se obceca y se empeña en adentrarse en laberintos, en infringir las normas. Esa no es la razón por la que vive por y para su trabajo, por la que no tiene amigos, por la que desatiende a su familia. No, esa no es la razón. No al menos la única.
Brody es un personaje contenido, hermético, frío. Le tememos al principio. Nos causa desconfianza más adelante. Nos da pena de repente. Nos enternece cuando menos lo esperamos. Y, de pronto, vuelve a darnos miedo.
Carrie y Brody se parecen, aunque sobre el papel sus vidas son completamente opuestas. Se encuentran, se miran con recelo, se buscan, se separan, se espían, se atraen. Juegan al gato y al ratón porque tienen algo en común que los une. Ambos han cruzado el Rubicón.
Los antecedentes
No se puede hablar de ‘Homeland’ sin mencionar a ‘Rubicón’, la serie de AMC sobre la CIA y la vida después del 11-S, que sólo aguantó una temporada en antena. ¿Por qué? ‘Rubicón’ era sosegada, no buscaba el efecto inmediato, invitaba a la reflexión. ‘Homeland’ es un polvorín, te mantiene en vilo en todo momento, te engaña, te confunde para que no puedas alejarte. Las dos son completamente diferentes y, aún así, complementarias. Qué buen momento para rescatar ‘Rubicón’ y ponerla en el lugar que se merece. ‘Homeland’ no quería correr la suerte de la producción de AMC y aderezó su trama con elementos discutibles pero que calan en la audiencia. Y ahí entra en juego la familia de Brody, que intenta sobreponerse a la reaparición del patriarca. Su mujer, que lo daba por muerto, había iniciado una nueva relación con un compañero de su esposo. Sus hijos han pasado toda su vida sin padre y ahora procuran acercarse a él pero los separa una distancia y un muro demoledor.
Tampoco nos podemos olvidar de ‘24’, la otra gran serie sobre agentes federales y terroristas. Su influencia es notable. De hecho, algunos de sus guionistas están detrás de ‘Homeland’. Ni de ‘Hatufim’ (secuestrado), la ficción israelí en la que se basa ‘Homeland’, aunque sus planteamientos son completamente diferentes. La original es sobria y no necesita fuegos artificiales para desarrollarse.
Bonus: la cabecera
Echen un vistazo a la cabecera de la serie. Es una joya. Y resume perfectamente todo de lo que hemos hablado (en este monólogo sin réplicas que estoy largando). Van a ver una sucesión de imágenes, episodios reales de la historia reciente de EE UU junto a otros anteriores, van a distinguir símbolos que no comprenderán, van a descubrir a Carrie en su infancia, van a presenciar un desfile de presidentes americanos hablando a la cámara. Todos menos George W. Bush. No creo que sea casual. El montaje de las distintas imágenes nos remite a la encrucijada en la que vive Carrie. Nos lleva a los laberintos que se esconden tras la política. Nos compara las políticas actuales con las que se hacían hace unos años. Pone frente a frente a Reagan y a Obama y nos invita a pensar que quizá ambos no sean tan distintos.
Lo dicho. En Cuatro comienzan a emitir ‘Homeland‘ en breve. Si Obama (imagino que con Michelle a su lado) la ha visto. ¿A qué esperas tú?
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