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Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

Del cipote de Cela al libro de Umbral

“Se acaba el tiempo, entra la publicidad, entran unos vídeos absurdos que todos hemos visto ya y no se habla de mi libro. Entonces, ¿a qué he venido yo aquí?”

Francisco Umbral

 

 

¿Para cuándo un escritor saltando en la piscina de ‘Splash‘? ¿Por qué no le ponen el polígrafo a unos cuantos autores? ¿Qué pasaría si invitaran a algún responsable de un ‘best-seller’ patrio a preparar un plato en ‘Masterchef‘? Los escritores no son objeto de deseo hoy en los programas-espectáculo de la televisión. Y no será porque cuando se dejan caer por la pequeña pantalla no regalan perlas, sólo hay que recordar alguna visita de Sánchez Dragó o Lucía Etxebarria a ‘El gran debate‘.

 

No siempre ha sido así. Hubo un tiempo en que los escritores lograban su espacio en los magacines y concursos del prime-time y conseguían momentos de gloria que están ya asociados a nuestra memoria televisiva. ¿O es que alguien ha olvidado la enérgica protesta de Umbral hacia Mercedes Milá porque quería hablar de su libro?

 

 

¿O cuando Camilo José Cela le explicó a esta misma presentadora su habilidad para ingerir agua por vía anal?

 

 

Un estupendo proyecto por internet ha recuperado algunos de estos momentos que permiten conocer facetas de autores nacionales e internacionales alejadas de los textos de sus libros. Se trata de La Década Ominosa, una estupenda idea que su creador, Roberto Salas, define como un ‘proyecto vídeo-antológico sobre literatura catódica’. Gloria Fuertes, Fernando Arrabal, Enrique Jardiel Poncela, Patricia Highsmith o Rafael Alberti se dan cita en este Tumblr que recoge las intervenciones de autores de todo tipo en películas y programas de televisión. La recopilación bien podría haberse gestado en el Cabaret Voltaire y Apollinaire o Tristan Tzara hubiesen estado encantados de participar en ella. La lista, por cierto, sigue abierta a sugerencias. Más allá de firmar libros los escritores son capaces de disfrazarse de Marco Antonio en el ‘Un, dos, tres’, de tener un cara a cara que ríete tú de los de los grandes hermanos o de convertirse en cleptómanos sin solución si el guión lo requiere. Si no lo creen, pasen y lean. Lean y vean, que para eso esto es literatura catódica.

 

 

El milenarismo según Arrabal: El niño premiado durante el franquismo por superdotado, entró en Pánico en una tertulia televisiva al hablar del milenarismo. ¡Hablemos del milenarismo cojones, ya! Para quien no lo sepa esta doctrina aseguraba que el fin del mundo sucedería en el año 1000 de la era cristiana. Dejaría que Arrabal lo explicase, pero su estado de embriaguez lo pone complicado…

 

 

No admiren a Fernán Gómez: A Fernán Gómez daba gusto verle actuar, disfrutar de cómo dirigía o leerle. Lo que no era tan grato era admirarle. ¡Cualquiera se atrevía a demostrarle afecto después de que cómo trató a un seguidor que se acercó a pedirle que le firmase un libro! Ya saben a dónde le mandó, a cazar moscas…

 

 

Marco Antonio Moix: Si hubo un enamorado de Egipto ese fue Terenci Moix. Por eso no dudó en aceptar la invitación del ‘Un, dos, tres’ para interpretar una coreografía haciendo el papel del colaborador de Julio César. No podía faltar en este baile una Cleopatra y quién mejor que Arrabal para interpretarla. Perdón, Arrabal, no. Quise decir Massiel… En qué estaría yo pensando.

 

 

Elvira, cléptomana: A Elvira Lindo le pierde la sección de menaje de El Corte Inglés. Es la que más peligro tiene para lo suyo. Lo suyo es la cleptomanía. Pero sólo porque lo dice el guión. Que se sepa la madre de Manolito Gafotas no roba, si no iba a temblar Tiffany’s. Y es que la Lindo además de escribir, de vez en cuando se lanza al cameo cinematográfico. Muy pronto la veremos como recepcionista en la película ‘La vida inesperada’.

 

 

El cipote de Cela: En realidad el Nobel no habla de su miembro exclusivamente. Casi mejor. Su disertación versa en torno al cipote hispánico, que, según él, es digno de estudio. Aquí va el discurso sobre la musculatura de la pija hispánica, orgullo del país y espejo de foráneos. Marca España, vamos.

 

 

Un tranvía cargado de alcohol: Lo de aparecer en televisión con alguna copa de más no es sólo habitual en las teles nacionales, también al otro lado del charco hay quien cambió la pluma por un buen trago. Tennessee Williams subió al tejado de zinc con unos cuantos grados de mas. 

 

 

Títulos de crédito: Para quejas, sugerencias y otras necesidades humanas mi correo es mlabastida@lasprovincias.es

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Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


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