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Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

Menudo era El Fary

 

En el universo más raruno de series españolas hay un título emblemáticamente cañí que algunos hemos venerado en silencio. Hasta hoy, que están a punto de cumplirse 20 años desde su estreno. Pertenece a ese tipo de producciones costumbristas que poblaron las cadenas privadas españolas en los años noventa y que se propagaban casi de manera clónica. Esta contaba con la mayoría de elementos imprescindibles en los títulos de la época: mezclaba drama y comedia, se desarrollaba en un barrio humilde, narraba las andanzas de una familia corriente (en la que no faltaban ni niños ni abuelos), y contaba (cómo no) con un bar en el que se reunían los protagonistas. Pero había algo que la diferenciaba de las demás, el carisma de su protagonista. Los americanos tenían a Bill Cosby, nosotros a El Fary.

 

José Luis Cantero fue icono patrio entre los años 70 y 90. Mucho antes de lo de las gasolineras de Camela ahí estaba el Fary, que por entonces era taxista, vendiendo sus discos en el Rastro de Madrid, donde empezó a notar que lo que él hacía gustaba al vulgo. El antigalán triunfó y se convirtió en uno de los productos más singulares del panorama nacional. Ojo a las letras de canciones como ‘El morito Juan’, ‘El bichito del amor’ o ‘El toro guapo’, porque es difícil encontrar parangón hoy en día (por suerte, creo).

Tanto éxito tuvo que a alguien en Antena 3 se le ocurrió la rocambolesca idea de hacerlo protagonista de una serie, hecha a medida para él. No narraba su vida pero todo lo que sucedía en ella se le parecía. Y mucho. El Fary se llamaba Fary, era taxista y se arrancaba a cantar a la mínima de cambio. Sobre el papel parece la ocurrencia más descabellada de la vida y se auguraba que iba a durar dos días y medio. Y no fue así. Este país necesita un repaso. ‘Menudo es mi padre’ (título de la ficción, lo de menudo con doble sentido, claro) consiguió cuotas de pantalla de hasta el 30% y fue líder prácticamente durante toda su emisión. El Fary llegó a la tele y convenció. Estados Unidos se preparaba para la aparición de Tony Soprano. Nosotros andábamos perdidos en manteles de cuadro, cortinas con lazos, colchas con flores enormes, hulés y bordados.

 

 

Como actor no era el mejor ni mucho menos, pero dentro de aquel ecosistema que habían creado para él encajaba a la perfección. Conducía su ‘barca’ de día y al terminar se dedicaba a tomarse vinitos en el bar de su hermano, ‘El Pellizquito’, donde también trabajaba su cuñada, que se pasaba el día renegando. Y al final cumplía su jornada y volvía al hogar, volvía con los suyos, qué felicidad.

Los compañeros de tragos no le desmerecían en absoluto. Entre ellos estaba Cesáreo Estébanez (que antes había sido Romerales en ‘Farmacia de Guardia’) interpretando a un tipo de moral dudosísima  y palillo permanente en la boca. Y junto a él Saturnino García. Por ahí pululaban también el kiosquero del barrio (que repartía sabiduría), el dueño de los taxis (siempre mirando la peseta) o el mecánico del taller (Pepote, eterno enamorado de la guapa del barrio, que por supuesto no reparaba en él). Todos eran personajes perfectamente reconocibles que se podrían parecer a unos cuantos de los que habitan (o han habitado) a nuestro alrededor. Quizá ahí radicaba el éxito de esta ficción. A saber.

 

 

Y luego estaba la familia de Fary, encabezada por una Kiti Manver, con un pelucón colocado por su peor enemigo, en el papel de madre; Lola Lemos, como la abnegada abuela; y los hijos, Daniel Guzmán (antes de ‘Aquí no hay quien viva’, Julián González (después de ‘Farmacia de Guardia’) y Olga Molina, alias ratoncito por invención del Fary. Pocos de los que hacían televisión por entonces no tuvieron un papel en esta producción (Paz Vega, María Adánez, Eva Santolaria…). A estos integrantes se une en el primer episodio de la serie Sandra Wahlbeck, como Vicky, una hija sueca concebida por el taxista con un ligue de verano en Benidorm. El toro, la sueca y Benidorm. Sólo faltaba la figura de la sevillana encima de la tele para tener el bodegón completo.

Ahora cierre los ojos e imagine a todo este elenco desfilando con una canción cantada por el Fary que comenzaba diciendo “ya está amaneciendo la noche se va, el sol en el cielo llamándome está, y salgo a la calle para comenzar la lucha diaria en la gran ciudad”. Había drama, sudor y sacrificio desde la cabecera. Para continuar con el desenlace de la canción pulse play. Y prepare pañuelo.

 

 

La ficción nacional de los noventa estaba hecha en escenarios de cartón pero protagonizada por personajes que rezumaban bastante verdad: El taxista Fary, el gasolinero Alfredo Landa, el dueño de un puesto en el mercado José Sacristán, los timadores Fernando Fernán Gómez y José Luis López Vázquez… Todos vivían en barrios similares, se movían por las misma tascas inmundas y sobrevivían a más penas que glorias. Las series españolas no escondían su procedencia y tiraban de tópicos para que se notase bien su santo y seña. De ahí pasamos a producir ficciones con periodistas, investigadores, profesores, que imitaban a las que se realizaban en Estados Unidos (desayunos espléndidos al despertar, incluidos). Pero esa es otra historia…

 

 

Al Fary en la serie le acontecieron todo tipo de desgracias. La más grande, seguramente, fue la muerte de su esposa, final que se le dio al personaje cuando Kitty Manver dejó la serie. Pero Fary sacó su vena conquistadora y a rey muerto, rey puesto, y volvió a casarse, con Gloria Muñoz. Las (bien informadas) lenguas  aseguraban que Manver y Fary se llevaban terriblemente mal, razón por la que ella decidió abandonar el rodaje, aunque la actriz en alguna entrevista ha asegurado que simplemente el personaje no cumplía sus expectativas. ¿Qué expectativas se puede tener al aceptar interpretar a la esposa del Fary en una serie de Antena 3?

A esta marcha hay que unir la del hijo mayor, al que le aplicaron un Síndrome de Darrin como Dios manda y de la noche a la mañana pasó a tener una cara completamente distinta, la de Borja Elgea (al que habíamos visto en ‘Colegio Mayor’).

Después de 60 capítulos ‘Menudo es mi padre’ acabó. Cuentan que el protagonista pedía un aumento de sueldo que la cadena consideraba prohibitivo y optaron por cerrar las tramas. Y lo hicieron con una especie de musical. El colmo del kitsch. A base de kitsch esta serie quedó en el recuerdo de algunos que vivimos los 90. Sobrevivimos, vamos. De ahí se fue a apatrullar la ciudad. Porque no está vivo ahora (falleció a los 69 años por cáncer de pulmón), sino cualquier día El Fary encabezaba el cartel del Primavera Sound.
 

 

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Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


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