>

Blogs

Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

Los clásicos (VII): El ala oeste de la Casa Blanca

Seguir a @mikel_labastida

 

Aunque en España siguen sin querer enterarse en la televisión americana hace mucho tiempo que descubrieron que la política era un asunto que debía tratarse desde el prisma del género de la ficción y que podía hacerse de un modo que resultase atractivo para el espectador. Esta idea seguramente rondase la cabeza y las libretas en blanco de un puñado de guionistas que estarían esperando el momento propicio para entrar en la Casa Blanca a través de sus plumas.

Las nuevas apuestas de una cadena como HBO y la aceptación por parte de la audiencia provocaron que canales generalistas como NBC se interesasen por crear otro tipo de contenidos con el propósito de llegar a públicos distintos. La política, no obstante, causaba cierto miedo en algunos despachos, que tardaron en aceptar dar el paso. Por otro lado la realidad se lo había puesto difícil a un posible nuevo título a la hora de llamar la atención a un espectador que sólo tenía que encender los informativos para asistir a una sesión de política-ficción. De hecho, un año antes de que se estrenase esta serie había sucedido el escándalo con Monica Lewinsky, que sacudió a Bill Clinton y tuvo repercusión en todo el mundo.

 

Tal vez por todo ello también el creador de ‘El ala oeste de la Casa Blanca’ optó por mostrar una forma de gobernar idílica y por apostar por unas motivaciones para aquellos que pasaban por el Despacho Oval que nada tenían que ver con corrupción ni ansia de poder. Así se convirtió esta ficción en un tratado imprescindible para cualquiera que quiera dedicarse a ese mundo o al menos muestre interés por saber más de él.

En la NBC pensaron en Aaron Sorkin para comandar un nuevo proyecto y aquel les propuso retratar lo que sucede en el gabinete que rodea al presidente de Estados Unidos. Era un reputado guionista que pretendía retratar una profesión que se estaba pervirtiendo y dejando de tener la consideración que debía entre la población. NBC tardó en dar un sí definitivo, por lo que Sorkin probó suerte en la pequeña pantalla con ‘Sports Night’, una propuesta en torno a un programa deportivo en la televisión que no terminó de despegar.

Con el visto bueno comenzó el rodaje de esta producción, que disparó sus expectativas tan pronto como se anunció. ‘El ala oeste…’ consiguió en su primera temporada nueve premios Emmy, un reconocimiento que coincidía con el buen recibimiento que le había propiciado la crítica y el público. Era el resultado de plantear una serie valiente, que no evitaba ningún tema escabroso y que plasmaba las mejores maneras (no siempre las más sencillas) en que deberían resolverse conflictos o, al menos, enfrentarse a ellos. Se mantuvo en antena siete años (1999-2006) y se grabaron 155 capítulos.

El personaje de Josiah Bartlet, el presidente encarnado por Martin Sheen, empatizó rápidamente con un espectador que admiraba en él su compromiso con el cargo, su honradez y su cultura. Veían al mandatario que jamás se imaginarían podría ocupar un puesto de responsabilidad en una alta institución norteamericana. Lo curioso es que la intención del escritor en un principio era centrarse en determinados miembros de su equipo y no en el propio presidente, que se preveía iba a tener menor proyección. Pero el público dio su veredicto y auparon a Bartlet al podio de la serie.

Sorkin nunca ha estado mejor después (en ‘The Newsroom’ lo intentó con el gremio periodístico, pero naufragó en su propósito de demonizar la profesión y de dar lecciones, que siempre fueron rebatidas). En ‘El ala oeste…’ sin embargo, fue capaz de hacer magia para cuadrar los diferentes asuntos que trataba el gabinete presidencial con la escritura de unos personajes que iban tomando peso y creciendo, como el subdirector de comunicación (Rob Lowe), la secretaria de prensa (Allison Janney) o el jefe de gabinete (John Spencer), entre otros miembros del equipo.

Los guiones de esta ficción, moldeados con todo tipo de detalles y con buenas dosis de ironía, desembocaban después en debates encendidos entre la audiencia. Y sirvieron de referencia inevitable para otros títulos que aterrizarían en pantalla más tarde como la versión americana de ‘House of cards’, con un senador dispuesto a todo por medrar, o la nórdica ‘Borgen’, con una presidenta de modos y comportamientos también bastante idílicos. Otros títulos, como ‘Veep’, buscaron códigos y registros diferentes para acercarse al mundo político con el fin de huir de comparaciones con lo que había hecho San Aaron Sorkin.

Sorkin sentó un precedente con un discurso crítico y contundente pero también constructivo (en ocasiones iluso), sin demasiadas concesiones, y planteó un modelo de hacer política que desgraciadamente no tuvo parangón en la vida real. Sorkin nos invitó a soñar, el problema llegó –como siempre- cuando tocó despertar y lidiar con la realidad.

 

Este retrato ha sido realizado a propósito de la lista ‘Las mejores series del siglo XXI’

Seguir a @mikel_labastida


Títulos de crédito: Para quejas, sugerencias y otras necesidades humanas mi correo es mlabastida@lasprovincias.es

 

Otro sitio más de Comunidad Blogs lasprovincias.es

Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


enero 2017
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031