Solo en Estados Unidos se estrenaron en 2017 casi 500 series, un número elevado que, además de otras lecturas, permite valorar la importancia que este formato ha adquirido. Las series son ahora mismo el referente cultural y social más representativo (al menos en cuanto a alcance) de nuestra sociedad. Se citan, generan conversación, se las investiga, llegan a masas, tratan temas variopintos… (Casi) todo pasa por las series. Y lo que no pasa debería.
En el libro de Dominique Moïsi (de Errata Naturae) ‘Geopolítica de las series o el triunfo global del miedo’ se analiza este fenómeno y se llega a conclusiones importantes que demuestran la relevancia que han tomado unos productos que hasta hace nada solamente eran ideados como mero entretenimiento. Ahora no. Ahora van más allá. “Comprender el mundo de las series supone comprender el mundo actual”, asegura este autor.
¿Sirven las series para entender el mundo? Definitivamente sí. Y prueba de ello es que un repaso a un buen número de títulos de 2017 permite resumir el año de un modo fehaciente. No sucede con el cine, empeñado en lo paranormal y en los superhéroes, ni con la literatura, que tiene un calado social más escaso. Las series se han dado cuenta de su poder y alcance y lideran discusiones y tendencias. A veces cuesta discernir, no obstante, si fue antes el huevo o la gallina. Por ejemplo, nadie duda de que 2017 ha sido el año de las mujeres, del empoderamiento, de la denuncia. El movimiento feminista ha logrado una visibilidad gigante, gracias a la que se cuela en los medios y acapara la atención de toda clase de públicos. Pues bien, televisivamente hablando también ellas han sido las protagonistas. Cabe preguntarse si ha sido la tele la que se ha percatado de la presencia femenina cada vez más vinculante y relevante en la sociedad, no ha querido perder la oportunidad y se ha sumado a su lucha con el fin de sacar otros réditos. O si tal vez ha sido la tele una adelantada, les ha concedido la voz, el espacio y estatus que merecen y esto ha servido para concienciar y de paso situarlas en un escaparate desde el que han podido normalizar sus luchas y diferencias e intentar pelear por sus derechos y libertades. Lo mejor será situarse en un punto intermedio, repartirse méritos.
Para comprender a la mujer de hoy en día hay que ver series. Mucho se ha hablado de producciones como ‘El cuento de la criada’ (porque sirve para plantear debates actuales como la pérdida de derechos o la gestación subrogada), ‘Big Little Lies’ (que expresa como pocas los beneficios de la sororidad y trata un tema tristemente preocupante hoy en día como es el del maltrato), o ‘Feud’ (que denuncia la rivalidad a la que se somete a las mujeres), pero existen otras féminas de serie. Hubo un tiempo en que ellas para ser protagonistas debían tener alguna anomalía o excentricidad (los tiempos de ‘Weed’, ‘United States of Tara’ o ‘Nurse Jackie’). Ya no es necesario. El mundo está plagado de mujeres con voz propia e interesante. Las series las representan (y ‘Girls’, ‘Better things’, ‘Smilf’ son buena prueba de ello) y al público le interesan.
Nombraba antes 2017 como el año de la denuncia. Numerosos afectadas (en su mayoría han sido mujeres, aunque también ha habido hombres) relacionadas con la industria de Hollywood han destapado los abusos que se cometen entre bambalinas y han puesto de manifiesto cómo la industria se ha dedicado a mirar hacia otro lado. Para entender el modo en que se desarrollan estas situaciones de acoso y el modus operandi de estos depredadores conviene repasar dos episodios de series recientes, que se emitieron antes de que comenzase a darse a conocer casos como el de Harvey Weinstein y esto propiciase un efecto dominó.
En el pasado mes de febrero ‘Girls’ emitía el episodio ‘American Bitch’ que denunciaba la manera en que se utiliza el poder para acosar, y mostraba el sentimiento de incredulidad, negación y culpa que experimentan muchas mujeres que lo han padecido o que incluso han accedido a situaciones abusivas, y que tardan siglos en atreverse a delatarlo. Hollywood aún no había estallado con este asunto pero Lena Dunham ya planteaba con un capítulo incómodo que los acosadores pueden ser hombres exitosos y que pueden vestir con piel de cordero. Que existen técnicas cotidianas para convencer y para confundir con el consentimiento. Que prevalece una mirada cómplice de la sociedad con este tema. Pues eso, comprender el mundo de las series supone comprender el mundo actual. Ese momento final de la protagonista (no lo cuento para que vayan corriendo a verlo) levantó suspicacias y generó controversia. Y luego pasó lo que pasó. Se anticipó, o simplemente lo describió. Como lo hizo Aziz Ansari en ‘Master of none’, que introdujo entre los nuevos personajes de la segunda temporada a un directivo de televisión triunfador y buenrollero aparentemente pero que aprovecha su posición dominante para abusar de mujeres que están a sus órdenes. El protagonista de la serie se veía ante la tesitura de condenarlo o hacer la vista gorda. Cuando se estrenó el episodio hubo quien no entendió la inclusión de este personaje y que lo veía metido con calzador. Meses después el capítulo servía para ilustrar la realidad. ¿Poder anticipatorio? No, simplemente el guionista sabía leer esa realidad y plasmarla. Las series se lo permitieron.
Si Moïsi en el ensayo de Errata Naturae se sirve de títulos como ‘Juego de tronos’, ‘House of cards’, ‘Occupied’ o ‘The Americans’ para analizar la crisis de los refugiados o el fenómeno del populismo, otros podrían hacer lo mismo para hablar de las reivindicaciones de las personas transexuales (‘Transparent’), del bullying (‘Por trece razones’), de los excesos del capitalismo (‘The Deuce’). No hablamos de adoctrinar. Las series actuales plasman realidades, a veces toman partido y otras no y eso les dota de gran riqueza, no solo para el que acude a ellas por divertimento sino también para el que necesita un documento-retrato del sistema actual y sus enfermedades. “El objetivo de las series era el de divertirnos sin más, sacarnos del aburrimiento de nuestro día a día para que pudiéramos identificarnos con las aventuras de personajes maravillosos o, en todo caso, excepcionales, personajes que a menudo se convertían en una versión idealizada de nosotros mismos. Ahora el discurso se ha vuelto más sombrío y los personajes más negros”, afirma el autor. Para comprender el mundo que ha votado a Trump hay que ver ‘American Crime’. Para comprender los problemas raciales que siguen imperando en nuestra sociedad hay que ver ‘Show me a hero’. Para comprender el individualismo del que somos víctimas hay que ver ‘The Leftovers’. Aunque comprender, lo que se dice comprender, se comprende poco en este título… Pero se intenta.
Pero no es preciso solo referirse a los grandes temas políticos y sociales, las series también dan la posibilidad de comprender micromundos, pequeñas realidades con las que convivimos, de reconocernos en ellas, en lo que cuentan y cómo. Los protagonistas ahora son egoístas, fracasan, tienen miedo, dan miedo. Son de carne y hueso y no ángeles. Afortunadamente ‘Autopista hacia el cielo’ terminó.
No creo que nadie a estas alturas necesite un motivo más para acercarse a las series, pero el de comprender lo que sucede a nuestro alrededor sería uno encomiable.
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