“Suena como la única cosa jodidamente cuerda que queda a la que agarrarse”
Nicholas Brody
No te atreves a confesarlo, ni siquiera te lo reconoces a ti mismo. Notas que algo ha cambiado, sientes que nada es como antes. Ese momento, qué momento. Tardas en tomar una decisión, vacilas en si estará bien o no, te debates entre las diferentes opciones, recuerdas tiempos pasados. Tu mente dice sí, pero tú rebuscas razones para contradecirla. Se acabó, te dices. Se acabó.
¿Quién no ha pasado alguna vez por esa sensación de darse cuenta de que una relación ha terminado y duda entre dar el paso o no, sopesa los pros y los contras y se inventa motivos para demostrarse que está equivocado? Pues eso no sólo pasa con las personas. No son las únicas relaciones que establecemos. Sucede con los libros, que nos requieren atención e interés y, a veces, no podemos ofrecérselo, no al menos del modo en que él lo reclama. Y tras mucho meditarlo, lo cierras y lo regresas a la estantería. No quieres seguir, ni saber cómo continúa o de qué manera habría acabado. Lo abandonas y una sensación de liberación se apodera de ti.
También ocurre con las series. Rememoras el entusiasmo que te despertaba al principio, la atracción que te producía, las ganas que albergabas de conocer y ver más. No sabes cómo, pero sucedió. Lo que antes te estimulaba se esfumó. De repente te aburre, te duerme, te avergüenza incluso. Acudes a ella cada semana por obligación, sin admiración, sin alborozo. Y cada vez que termina un episodio te aseguras a ti mismo que éste será el último, que nunca más, que es inútil postergar lo inevitable, que no recaerás. Y un día la determinación se presenta en tu puerta. No hay vuelta atrás. Dejas de ver esa serie que en un tiempo lo fue todo. Es un decir.
Me ha sucedido a mí, te ha sucedido a ti. A todos. Les ocurrió a muchos de los que veían ‘Cómo conocí a vuestra madre’ y se hartaron de esperar a que se presentase la dichosa madre. A los que seguían ‘Dos hombres y medio’ y no aceptaron la marcha de Charlie o la de Jake. A los de ‘Revenge’ cuando comprobaron que lo que tanto les había enganchado en la primera temporada se había perdido y la serie proseguía sin rumbo. A los de ‘True blood’, hastiados por la repetición de tramas e inclusión de asuntos (sangrantes) sin sentido.
Ejemplos hay muchos. ¿Cuál es el momento de dejar de ver una serie? Cuando quieras, sin penas ni pesar. Otras llegarán pronto que ocuparán su lugar. Pero antes de adoptar esta postura drástica valora unos minutos si la decisión es acertada.
El año que hemos despedido nos ha dejado casos de series que han provocado en varios espectadores las ganas de abandonarlas y despedirlas para siempre. ¿Decisión correcta o no? Analicémoslo.
Homeland
Ha sido la gran criticada en los últimos meses. Repudiada por los críticos, ninguneada por los premios e incomprendida por muchos espectadores. Vaya por delante que a mí me ha convencido y gustado y que no entiendo la mayoría de reproches. ‘Homeland’ ponía fin a un ciclo que comenzó hace tres años, con un juego del gato y el ratón con consecuencias fatales para Carrie y Brody. Ésta ha sido la temporada más cruda, en la que los guionistas han ido hilando más lentamente la trama para llegar a un final trepidante y con el que te quedas sin aliento. Sigue siendo la ‘Homeland’ tramposa que nos conquistó en las primeras temporadas, con giros inesperados y muchos, muchos elementos poco creíbles, como ya sucedía en todos los episodios anteriores. Tengo la sensación de que fue una ficción que se puso de moda de repente y a la que se le ha reprochado ahora decisiones que antes fueron alabadas. Siempre criticamos a las series por estancarse, por no avanzar. ‘Homeland’ lo hizo. En ningún momento se detuvo y ha resuelto muchas de las tramas que abrió en un principio. Nada que ver con otros títulos, como ‘Dexter’, que se extendieron hasta hacerse insoportables. Es cierto que alguna historia incluida en esta tercera tanda parecía de relleno (las de la familia de Brody), como también las hubo el año pasado y el anterior, nada nuevo. ‘Homeland’ se despide además con una crítica despiadada al sistema político americano, a su afán por tomar posturas divinas y dictaminar lo que está bien y lo que está mal. Lo que suceda en la cuarta temporada es una incógnita y si no tiene sentido o interés ya tendremos tiempo de criticarlo. No merece la pena adelantarse a algo que no ha pasado.
No hay que dejar de ver ‘Homeland’ durante esta tercera temporada. Cumple, sorprende y avanza, tres acciones imprescindibles en cualquier buena ficción.
Mad Men
También se despidió con palos la sexta temporada de ‘Mad Men’ y muchas voces se alzaron recriminando a su creador que no sucediese nada. ¿En ‘Mad Men’? Si alguien deja de ver este título basándose en que no pasa nada es porque nunca debió empezar a verlo o porque jamás lo entendió. Si por algo se ha caracterizado esta ficción es por contar menos cosas de las que realmente suceden, por la decisión de dejar que el espectador lea entre líneas y observe por mirillas. Nada es evidente pero la trama jamás se detiene. La última tanda de capítulos, sin embargo, narra el declive de Don Draper, el hombre al que durante cinco temporadas hemos visto triunfar y salirse con la suya, pese a sus cuestionables maneras de actuar. Y quizá no todos los espectadores estaban preparados para asistir a este descenso a los infiernos que, por otra parte, era consecuencia lógica de todas las decisiones pasadas y necesario para que la historia continuase. ‘Mad Men’, sí, sí y sí. Hay que verla para, por fin, descubrir quién se esconde detrás de Draper y si algún día conseguirá reparar el daño que ha hecho a su alrededor y a sí mismo. Sé que los Globos de Oro la han sacado de sus listas y que eso refuerza la opinión de los que aseguran que ‘Mad Men’ ya no es lo que era. A eso sólo me cabe responder que los Globos de Oro, que también han obviado a ‘Homeland’, son esos galardones que jamás premiaron a ‘The Wire’ y que, hasta el momento, tampoco han distinguido a ‘Breaking bad’.
Downton Abbey
Esta serie inglesa sí confieso que me ha planteado la tesitura entre si seguir o no viéndola. Es entretenida, está bien hecha y sigue fiel a sus endebles principios. Pero no nos lleva a ninguna parte y va camino de convertirse en una parodia de sí misma. Después de que la ficción británica retomase el pulso el año pasado y ofreciese una trágica y decente tercera temporada ha firmado este curso la peor tanda de capítulos de su historia. Aquí sí que sucede poco y lo que sucede no nos interesa. Hemos asistido a una historia de amor y desamor en las cocinas repetitiva, insulsa y cansina; a un suceso entre Bates y Anna que volvió a planear sombras sobre él que se supone que ya estaban resueltas; y a una trama de cortejos con Lady Mary, que nunca terminó de arrancar. Sólo Lady Edith ha aportado frescura a una serie que se desinfla en cada episodio. El último capítulo, el especial navideño, rozó el ridículo con todos los personajes jugando a los detectives y algún efecto especial impropio de un título tan impecablemente realizado.
Y ‘Downton Abbey’ así no. No.
Nurse Jackie
Los traumas de la enfermera Jackie nunca han arrastrado a una gran cantidad de público. Produjo curiosidad en su primera temporada por ver a Carmela Soprano en un rol tan diferente al que estábamos acostumbrados. Jackie llegó para cubrir la cuota femenina en esa tendencia dramática de presentar personajes masculinos con moral reprobable, que causaban en el espectador sentimientos contradictorios. Adicta a las pastillas y mentirosa patológica conseguía convencer y atrapar al público para que comulgase con su código de conducta. El conflicto surgió a medida de que Jackie se fue retractando, corrigiendo y desviando por el buen camino. Ante esto algunos de sus asiduos se sintieron traicionados y se largaron. La serie se ha renovado completamente en su última temporada. Ya no es la ficción dura y sin concesiones por la que alguna vez fue característica. La trama es más blanda y se ha abierto a argumentos en torno a amoríos propios de ‘Anatomía de Grey’. Y pese a esto no ha sido aburrida. Sigue manteniendo parte de su humor e ironía pero esta ‘Nurse Jackie’ poco tiene que ver con la que nos presentaron hace años.
Boardwalk Empire
‘Boardwalk empire’ es una serie interesante, fantásticamente realizada y con unas interpretaciones brillantes. Pero produce dudas. Por momentos la adoras y en otros la detestas. Cuesta introducirse en su micromundo del hampa pero cuando estás dentro no quieres salir. Sólo por la media hora final de esta cuarta temporada mereció la pena aguantar. El problema es que sabemos cómo se las gastan los de Atlantic City, y nos tememos que volverá este año y nos encontraremos de nuevo con esa sensación de vacío, de serie sin alma. Después nos arrepentiremos porque valorada en su conjunto la ficción de HBO sobre gánsters es soberbia, pero hay tramos en que cuesta entusiasmarse con ella. Por ello es lógico que la tentación de darle de lado brote en cualquier momento. Pese a todo, con ‘Boardwalk empire’ es necesario tomarse tiempo, dejarla reposar y apreciarla cuando ya ha pasado. Así es como reconoces que Nucky Thompson es un rol bestial, que no cesa de sorprendernos por los contrastes que presenta: seguro de sí mismo para que nadie le haga tambalear, y temeroso y perdido en cuanto a sus relaciones. Alrededor de él no desentona ninguno de los personajes que pululan, la esposa infiel, el enemigo sin escrúpulos, los sicarios capaces de todo por llamar su atención… Y Richard Harrow, un secundario que se ha comido cada plano en que apareció en los últimos capítulos.
¿Y el resto? ¿Qué hacemos con el resto de series? ¿Seguimos con ellas o no? Si ‘American Horror Story’ está firmando la temporada más desaprovechada de cuantas se han emitido, ¿es motivo para abandonarla? No. Pocas series saben reinventarse como ella. ¿Y con ‘Girls’? ¿Se puede aguantar el afán de protagonismo y ego desmedido de Hannah? Sí, sin duda. ¿Y ‘Bates Motel’? ¿En algún momento hará honor a su excelente precedente cinematográfico? No, jamás. Ha sido un despropósito desde el minuto uno. ¿Y ‘The Walking Dead’? ¿Conseguirá contentar a los lectores de sus cómics originales? Hace tiempo que no lo hace y no creo que esté a tiempo ya.
¿Las dejamos o aguantamos? En su mano está.
Títulos de crédito: Para quejas, sugerencias y otras necesidades humanas mi correo es mlabastida@lasprovincias.es