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Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

5 series para ver en maratón

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La oferta de series es cada vez más amplia por lo que es imposible para cualquier seriéfilo mantenerse al día. Menuda obviedad he venido a contar. Es eso o renunciar a vivir. Y no es plan. El calendario de estrenos se plantea como una locura, con cinco o seis propuestas nuevas cada semana, por lo que hay que aprovechar fines de semana o puentes, como este, para ponerse al día con los títulos pendientes y hacer polvo plataformas como Netflix o HBO, que no dejan de cargar sus catálogos.

 

The Crown 2

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Antes de ocuparse de producciones de las que se ha hablado en los últimos días conviene adelantarse con la que va a generar más discusiones en los días próximos. Su estreno es el viernes 8 de diciembre y llega precedida por una primera temporada en la que se convirtió en una sorpresa. Y es que a priori la historia que planteaba este título, la de Isabel II de Inglaterra, carecía de interés por haber sido ya mil veces retratada y contada en cine y televisión. Sin embargo el acierto de ‘The Crown’ fue mostrar a una reina vulnerable, sacudida por los conflictos y las inseguridades, que raramente habían sido puestas al descubierto. Esto no evita, no vayan a creerse, que la serie termine rendida ante una reina todopoderosa. Sí, esta vez vuelve a pasar. Pero al espectador no le importa porque saben cómo conducirle y hacerle cómplice de ese mismo sentimiento. La segunda temporada (la última con Isabel II joven) propone nuevos escollos en la vida de la monarca británica e indaga en su relación con el matrimonio Kennedy.

 

The Deuce

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De los grandes creadores de esta era seriéfila en la que estamos David Simon es el único que ha sabido mantener una línea coherente y permanente con sus trabajos. No ha pasado con David Chase, ¿qué ha hecho después de ‘Los Soprano’?; ni con Matthew Weiner, ¿qué sucedió tras ‘Mad Men’? Ni con muchos otros. El autor de ‘The Wire’ viajó después a Nueva Orleans para presentar a una sociedad vapuleada por el huracán Katrina que trata de sobreponerse apoyándose en la música. Cambiaba Baltimore por la capital de Luisiana para mostrar conflictos sociales del mismo cariz. Después llegó ‘Show me a hero’, de nuevo en HBO, que incidía en los problemas raciales que azotan a Estados Unidos a través de un hecho real. Su último trabajo es ‘The Deuce’, en la misma cadena y compuesta por ocho episodios, que viaja al Nueva York de los años 70 y 80 para explorar en el nacimiento de la industria del porno. Y lo hace planteando un excepcional abanico de personajes que pululaban por el Times Square de la época. Putas, yonkis, chulos, camellos, camareras y dueños de garitos. Sí, esta historia ya te la han contado. Pero Simon es capaz de recontarla. Y lo hace para entrar en un mundo, en el del porno, menos visitado y sobre todo cuando sirve de excusa para reflexionar en torno a cómo se han aproximado a esta realidad hombres y mujeres. La primera temporada sienta las bases, encandila con sus personajes y deja con ganas de más.

 

The Sinner

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Es la que tiene unas características más propicias para darse un atracón. Visto un capítulo es imposible no querer disfrutar (es un decir) del resto. Son ocho y funcionan como un rompecabezas en el que el espectador ha de tratar de reunir las piezas para descubrir qué le lleva a una mujer con una vida aparentemente idílica a cometer un acto atroz. ¿Qué le empuja a actuar movida por la ira? ¿Por qué no puede controlarla? Basada en una novela alemana de Petra Hammesfahr la producción trata de reflejar las consecuencias que puede acarrear una educación absolutamente opresiva. A través de un policía, que también vive su propia angustia interior, la joven recuerda un suceso determinante que marcó su existencia y el modo en que acabó metida en él. A su lado su marido se dará cuenta de que ha estado conviviendo con una perfecta desconocida. Y ahonda así en la idea de que nunca terminamos de conocer a la persona con la que dormimos al lado.

 

Stranger Things 2

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Si a estas alturas del curso todavía hay personas que no han visto la continuación de la serie de los hermanos Duffer estos días son la ocasión perfecta para saldar cuentas. O tal vez no. No hay obligación de pasar por este trámite, porque ‘Stranger Things’ no es esa serie de obligado visionado que resulta imprescindible que uno vea tarde o temprano. No lo es. Y no lo era en su primera temporada. Fue un entretenimiento extraordinario, una obra bien pensada para divertir a públicos de todas las edades, un producto ideado para despertar placeres culpables o no. Y la segunda temporada, para bien y para mal, sigue siendo más de lo mismo. Nos reencontramos con la pandilla original que se enfrentan otra vez a sus monstruos, los propios del paso de la infancia a la adolescencia, y los exteriores, que llegan a atacarles desde otra dimensión. Volvemos a temer por Will, volvemos a solidarizarnos con Winona y volvemos a emocionarnos con Eleven, aunque en esta ocasión esté mucho más antipática. ‘Stranger Things’ funciona a la perfección como serie de fin de semana para consumir, disfrutar y olvidar. Y eso es bueno, aunque no suena tan bien. Debe haber productos de todo tipo.

 

Easy

Easy

 
Reivindico mucho esta serie que Netflix estrenó hace un año sin hacer ruido y de la que acaba de traer nuevos episodios para que vuelvan a pasar desapercibidos. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Por lo que sea a la plataforma le conviene producir este título para hacer bulto pero luego no gasta energías en advertir al gran público de que está ahí. La primera temporada mostraba una cadena de historias entre parejas, sin apenas conexión entre ellas, que pretendían retratar de un modo ‘easy’ (perdón, era evidente) distintos tipos de relaciones. Desde la pareja que se acaba de conocer hasta la que lleva un tiempo junta y la rutina o los niños le impiden satisfacerse como antes. Son pequeños relatos dibujados con sencillez y que funcionan como pequeños cortos. Algunos convencen más y otros menos. Son dosis para consumir entre horas, entre serie y serie, un buen complemento para otros títulos más profundos. Relaciones abiertas, nuevos modelos de familias y convivencias irregulares entre padres e hijos se dan cita en las nuevas entregas.

 

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Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


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