Seguro que Ámsterdam va a ser el destino elegido por muchos españoles para hacer una escapada la próxima Semana Santa. Tanto si éste es tu caso como si piensas dejarte caer por allí más adelante, seguro que te vendrán bien unos consejos para comer barato (y bien) en la capital de los Países Bajos.
A diferencia de otras grandes ciudades europeas, Ámsterdam no sobresale por su oferta de alta cocina. No obstante, sí posee una buena cantidad de bares y cafés que satisfarán los paladares de la mayoría de visitantes. La Rembrandtplein y los alrededores de la Leidseplein están llenos de terrazas en las que poder comer y beber algo, aunque la mayoría son locales demasiado orientados al turista.
La cocina neerlandesa tradicional, sencilla y contundente, se asienta en ingredientes como las patatas, carnes y embutidos o pescados, sobre todo el salmón y los mejillones. Son típicos el hutspot (puré de patata con zanahorias y cebolla), el andijviestamppot (puré de patata con endivias), el snert (puré de guisantes) o la rookworst (salchicha ahumada). Se pueden tomar en muchos restaurantes. Además, como reflejo de su carácter multicultural, Ámsterdam también ofrece una variada oferta de cocina internacional, sobre todo restaurantes indonesios por el legado colonial.
Pero si hay algo realmente típico de la cocina holandesa es el queso. En concreto las clases Gouda, Maasdam y Edam. Los sirven en casi todas partes y, además son una buena opción para traer como detalle a ese amigo tuyo loco por el queso. Y hablando de regalos y comida, también deberías tener en cuenta las míticas stroopwafels, dos láminas de galletas de mantequilla unidas entre sí por una capa de caramelo. Para muy golosos.
Y dicho esto, aquí van cinco alternativas para comer barato (y bien) en Ámsterdam:
Optar por algo rápido no equivale a tener que renunciar a algo típicamente holandés. Al contrario, deberías hacerlo al menos una vez y probar los típicos Haring, arenques crudos que se sirven acompañados con cebolla y pepinillo o como pequeño bocadillo (Broodje haring). O las patatas fritas (fries), que se pueden encontrar en numerosos puestos callejeros acompañadas de infinidad de salsas. Te recomiendo que las pruebes en Vleminckx, un minúsculo y céntrico local cercano al mercado de las flores del que, a juzgar por las críticas, salen unas de las mejores patatas fritas de la ciudad. Puedes combinarlas con 25 tipos de salsas.
Otra opción callejera para saciar tu apetito son los famosos FEBO, locales con máquinas expendedoras de auténticas bombas calóricas. Típicamente holandés, rápido y barato.
Feliz descubrimiento que se convierte en fijo para próximas visitas. Lo mejor de este lugar de ambiente animado e informal es que se trata del lugar elegido por muchos locales para salir a cenar el fin de semana, ya que es uno de los mejores (y más económicos) bistrós de la ciudad. La carta no es muy extensa, pero lo mejor es dejarse aconsejar por algún vecino de mesa y pedir directamente el steak (normal o XL de 300gr, en versión picante opcional) y acompañarlo de patatas fritas y ensalada. La hamburguesa también es una gran alternativa. Está al lado de la Plaza de los Museos (Museumplein) y la cuenta sale por unos 25-30 euros.
Toma nota: Winkel 43. Aquí llegué guiado por las buenas críticas en Tripadvisor. Es un local sencillo, pequeño y bien atendido. Dispone de una agradable terraza para las tardes de verano. La mayoría de clientes vienen hasta aquí seducidos por una pecaminosa tarta de manzana, pero también se puede comer o cenar perfectamente. Eso sí, siempre reservando hueco para la célebre apple taart con nata, famosa en todo Ámsterdam. Winkel 43 está en el barrio de Jordaan, muy cerca de la casa de Anna Frank o el Barrio Rojo. Cenar sale por unos 15-20 euros.
A los locales les encanta sentarse a comer y beber en las terrazas a nada que el tiempo lo permite. ¿Por qué no hacer lo mismo en alguno de los parques de la ciudad? Coge el mapa y pon rumbo a la primera mancha verde que localices, que seguramente será el Vondelpark o el Rembrandpark. De camino, haz una parada con tu bici para comprar en alguno de los numerosos Albert Heijn que te encontrarás. Aprovisiónate de alguno de los quesos que te acabo de recomendar y algunas conservas y busca un rincón sobre la hierba para disfrutar de un pícnic acompañado de una buena cerveza local.
Además de los arenques, el queso o los stroopwafels, tampoco puedes dejar de probar los tradicionales pancakes holandeses, más grandes y delgados que los crepes al estilo americano. Hay muchos sitios donde hacerlo, pero te recomiendo que te acerques a Pancake Bakery, genuino y agradable local en el que se sirven hasta 75 tipos diferentes de pancakes con rellenos dulces y salados como jamón, salmón, verduras varias y, por supuesto, queso. También sirven tortillas de campeonato. Se encuentra a apenas cien metros del Winkel 43 y al lado de la casa de Anna Frank. Ojo porque cierran pronto, a las 21.30. Sale por unos 15 euros. Otra opción para probarlos es en Pancakes!
Y ahora sólo queda decir: eet smakelijk! (buen provecho)