El ser humano tiene un sistema complejo neurológicamente que identifica cuando diferentes situaciones no son equitativas. Esto le genera un cierto desequilibrio que tiende a resolver cognitivamente intentando comprender o cambiar una situación.
En cierta medida esto es lo que nos está pasando en esta pandemia, que hay decisiones que no acabamos de comprender pues desde la “sensatez” deberían ser equitativas… Si puedo viajar en autobús o en avión pegado a otro, también podría hacer deporte al aire libre que es incluso una situación menos peligrosa. Lo mismo se piensa en la hostelería cuando se les impide abrir y al mismo tiempo ven como el comercio abre hasta las 6 de la tarde.
Las personas tendemos a comparar situaciones y ponerles niveles de peligro, y normalmente utilizamos unos criterios para delimitar estas comparaciones. Quizás por eso no se acaban de entender muchas de las medidas que se toman a nivel nacional, comunitario o local. Y es que en esas decisiones hay agentes que no tienen que ver con este concepto de equidad sino con el de lobby o grupo de presión. Esto hace que el mecanismo de toma de decisiones del ciudadano no tenga nada que ver con el del político, este último mucho más afectado por la presión de los lobbies.
Pero, ¿no debería primar la toma de decisiones técnica sanitaria en estos momentos? De nuevo la lógica nos dice que sí, pero la realidad es bien distinta. Pero incluso aceptando que la decisión es política, se debería legislar con equidad para que los sectores al compararse no se vieran minusvalorados. Sin embargo la realidad nos dice que siempre algunos sectores son peor tratados al tener menos impacto en su lobby sobre los políticos.