Las empresas siguen adoleciendo de un liderazgo profesional que sea capaz de sacar el potencial y rendimiento de sus colaboradores. Fundamentalmente porque siempre hay una parte que no puede controlar directamente, que es la voluntad y actitud del profesional. Esta actitud es un componente que el empleado entrega en la medida que se siente compensado (no solo financieramente) y que en realidad supone la diferencia que marca un trabajo excelente de un trabajo normal o bien hecho.
¿Pero qué puede hacer la PYME? Sencillamente mejorar las competencias de sus mandos y líderes. Sobre todos las denominadas soft skills o habilidades blandas que son las que marcan la diferencia de un gran liderazgo. De ahí surge una nueva figura denominada líder coach, un líder que entrena estas habilidades blandas para conseguir lo mejor de sus equipos.
Recientemente publiqué un libro denominado “liderar desde el talento” que precisamente marca la importancia de seis variables necesarias para un líder coach: mentalidad de talento, autenticidad, confianza, comunicación, equilibrio emocional e innovación. Este es el verdadero reto para el liderazgo en la PYME.