Es muy habitual encontrar casos de personas que, después de tiempo llevando una dieta sana y haber dejado atrás la vida sedentaria, tienen problemas para seguir avanzando. Por otro lado, también es habitual las personas que quieren transformar su cuerpo pero, de los siete días de la semana, tan sólo pueden extraer cuatro horas libres a la semana para hacer deporte.
El cuerpo es muy inteligente y en cuestión de meses se acostumbra a todo. De ahí que cuando se encuentra en unos niveles bajos de porcentaje de grasa, sea más complicado seguir avanzando.
Sin embargo, para estos casos existe un método que es capaz de realizar milagros en los cambios físicos y en los avances. Se trata del método HIIT (High Intensity Interval Training) o entrenamiento en intervalos y que consiste, básicamente, en mezclar tiempos cortos de entrenamiento cardiovascular a ritmo muy intenso (80-90% de nuestra capacidad) con otras partes también cortas pero con una intensidad que ronda el 50-60% de nuestra capacidad. Nada tiene que ver con el HIT (con una sola I que se centra en aumentar las cargas en los entrenamientos de pesas).
Es decir, concentra un ejercicio de una alta intensidad cardiovascular en un lapso corto de tiempo, de tal manera que al durar poco tiempo, tratamos de darlo todo. Este método es el responsable de obrar milagros.
Es muy habitual que los entrenadores personales los combinen con el entrenamiento de pesas en días alternos y que adapten la alimentación a esos días, de tal forma que se acelere la oxidación de la grasa durante el proceso y se vaya eliminando.
El método HIIT leva décadas funcionando y cada vez es más habitual su uso. De hecho, no hay un buen entrenamiento sin una dosis extra de cardio. Hoy en día, por ejemplo, se puede acceder en clases colectivas a este método de intervalos en muchos centros deportivos. Además, el CrossFit introduce en parte de la estructura de la clase este método. Asimismo, clases colectivas como el Body Attack o el Grit de Les Mils están centradas en este método al alcanzar cuotas del 90% de la capacidad.
Este tipo de entrenamiento es mucho más efectivo que el cardio moderado y combinado con pesas dispara los beneficios. De hecho, uno de los grandes secretos es que horas después de haber realizado una de estas sesiones, el cuerpo sigue quemando energía a un ritmo elevado. ¿Suena bien, verdad?
Para que lo veas con un ejemplo práctico: imagina que sales a correr. Si mantienes un ritmo de carrera, el cuerpo responde de una forma. Pero ahora, imagina que durante 20 segundos corres con todas tus fuerzas, a modo de ‘sprint’ y al acabar este tiempo, recuperas el ritmo anterior.
Lo bueno del HIIT es que combina ejercicios que requieren esfuerzo: saltar en cajón, burpees, tuck jumps, flexiones… En realidad cualquier ejercicio cardiovascular se puede adaptar al método, pero si introduces elementos que impliquen fuerza, resistencia y equilibrio, los beneficios se disparan.
Así que ya sabes, si tienes un profesional a mano, consúltale porque puede que sea la dosis extra de trabajo que te falta para lograr tus objetivos. De hecho, aunque estés acostumbrado al deporte, esto es otro nivel y es mejor que te guíe un experto.
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