Después de haber analizado los beneficios y necesidades de comer hidratos de carbono y grasas, en esta tercera entrega nos adentramos en uno de los macronutrientes que más vinculado está con el deporte: la proteína.
Aunque mucha gente cree que la proteína simplemente es la causante de generar músculos, lo cierto es que su consumo es esencial para nuestros tejidos como los tendones, los órganos vitales… Hasta los anticuerpos son proteínas!
La palabra proteína proviene del griego ‘protos’ que significa ‘lo primero o lo más importante’ y se componen de aminoácidos. Éstos son los encargados de reparar los tejidos dañados de los músculos provocados por los pequeños desgarros producidos al hacer deporte. Se reparan por otros más fuertes, de ahí que la hipertrofia o el desarrollo muscular se genere con una correcta alimentación.
Cuando hablamos de músculos mucha gente lo limita a los bíceps, pero deberías recordar que, por ejemplo, el corazón es un músculo que nunca descansa. Además, contribuyen a activar el metabolismo, por ejemplo.
En total hay 22 aminoácidos y el cuerpo humano es capaz de crear hasta 13 de ellos y los otros 9 los debemos conseguir a través de la alimentación. Tanto de procedencia vegetal como animal, la proteína es necesaria para vivir. Además, ten en cuenta uno de sus principales beneficios: comer proteína sacia mucho más que las grasas o los carbohidratos, pero mucho más.
De entre los aminoácidos más conocidos, cabe destacar cuatro.
Proteína de suero de leche. Se le denomina aminoácido de cadena ramificada y actúan de forma rápida en el organismo, que los aprovecha de forma eficiente. Se encuentra en productos lácteos y en suplementos dietéticos y en sólo 15 minutos ya está en el torrente sanguíneo.
Caseína. Se digiere de una forma más lenta pero se absorbe de una forma más sostenida.
Proteína del huevo. El cuerpo puede aprovechar hasta el 94% de la proteína de un huevo entero y, además, de alta calidad.
Proteína de soja. Aunque se vende como una gran alternativa, lo cierto es que es de peor calidad que el resto y tiene sus riesgos. Los últimos estudios apuntan a que, aunque se vende como una forma de bajar el colesterol malo, debes ingerir cantidades muy muy grandes para ello, sobre todo si se compara con otros productos como el tofu. Además, sus isoflavonas aumentan los estrógenos en los hombres e impactan de forma negativa en la función tiroidea cuando se consumen en grandes cantidades.
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