Una dieta no es más que una forma de vivir. Y en el caso de la dieta Paleolítica o dieta del Origen es exactamente eso: un estilo de vida, una forma de entender la alimentación pero que no se trata de una dieta de adelgazamiento o lo que podemos considerar una dieta milagro o una estafa. Es un proyecto de vida como ser vegetariano, por ejemplo.
La dieta Paleo, de la que semanalmente recibo consultas, no es más que una mirada al pasado y que tiene un lema: las mejores comidas son las más simples. O, también: comida de verdad.
El nombre de Paleo viene de que trata de imitar la alimentación del ser humano en el Paleolítico. Una etapa histórica que duró 2,5 millones de años y que terminó con el desarrollo de la agricultura hace unos 10.000 millones de años y este modo de vida defiende que el ser humano apenas ha evolucionado biológicamente y que nuestro organismo no está preparado para determinados alimentos.
Esta mirada al pasado viene provocada por varios científicos que se preguntan del porqué del brutal avance de determinadas enfermedades, intolerancias… Sus defensores señalan que todavía hay sociedades (los esquimales, por ejemplo) que viven así y que están libres de enfermedades como diabetes, obesidad, enfermedades autoinmunes, caries, ovarios quísticos… En realidad su alimentación se basa en plantas salvajes y animales.
Para reforzar las bondades de este tipo de vida del hombre de las cavernas hay abundantes estudios: desde lo que evidencian que nuestros dientes están preparados para comer así, hasta los que revelan que en el Paleolítico éramos 10 centímetros más altos de media.
Aunque dentro de los nutricionistas y endocrinos no se ve un disparate seguir esta forma de vida porque apenas tiene carencias, sí hay gente que cuestiona alguna de las conclusiones ya que en el Paleolítico la esperanza de vida era de 20 años aunque la mayoría de muertes se producía cazando, no por enfermedad.
La dieta Paleo simplemente consiste en eliminar los productos refinados así como la pasta, el arroz y las legumbres, ya que considera que se desarrollaron después de la Edad de Piedra y los carbohidratos necesarios se consiguen de las frutas y verduras (aunque muchos de los que la siguen introducen elementos como pan e incluso arroz un día a la semana).
Sus detractores consideran que es una dieta más cara, que es insostenible en el tiempo por ser restrictiva y que puede acarrear un exceso de proteína. Sin embargo, esta parte es más mitología ya que al comenzar este tipo de vida el ser humano tiende a fibrarse, perder grasa y activar el metabolismo ya que la mayoría de personas que la siguen hacen además deporte funcional a alta intensidad.
En esta dieta se permiten todas las verduras, frutas, pescados, mariscos, carnes, huevos, frutos secos, grasas y aceites saludables, especias, con moderación la leche, quesos y yogures y ‘permite’ el chocolate negro y el vino. Insisto: es un estilo de vida que permite, incluso, comidas libres, no una dieta de adelgazamiento si bien los que la siguen suelen perder mucha grasa y ganar músculo.
Lo que sí que es evidente es que la Pirámide Nutricional está obsoleta ya que parece estar al servicio de la industria de la alimentación antes que de llevar una alimentación correcta y que desde los años 70 no paran de crecer las enfermedades y las intolerancias.
Así que si tienes interés por este estilo de vida, mi consejo es que busques bibliografía al respecto y contrastes y que, sobre todo, te pongas en manos de un buen profesional de la alimentación.
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