Hoy vamos a detenernos en uno de los momentos más felices del día. Sí, ya sé que todos tenemos mucho trabajo, familia que atender, jefes, colegios, obligaciones, un despertador que nos martillea… Pero, pese a todo, he de admitir que el desayuno es uno de mis momentos favoritos del día.
Desayunar bien es el primer paso para una vida saludable. La sabiduría popular acierta por completo con aquel refrán de “desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo”.
Piensa que el cuerpo ha estado una media de ocho horas sin recibir alimentos y lo primero que comamos al levantarnos nos ayudará a activar el metabolismo que es una de las claves para mantener o perder peso, nos va a preparar para todo el día, nuestro cuerpo necesita alimentos para que el cerebro o el corazón se activen.
Es preocupante que mucha gente no desayune y que muchos niños vayan al colegio sin haber ingerido nada, al igual que mucha gente (incluso aconsejados por dietistas) reduzcan el desayuno.
A mí, personalmente, cuando escucho a alguien decir “por las mañanas no me entra nada” me parece tan insólito como los que dicen que no les gusta leer, por ejemplo. Tengo amigos que dicen no poder desayunar pero luego, estando de viaje, atacan el ‘buffet’ de los hoteles con voracidad… Algo no encaja. Olvídate de todo, pon una buena música, mírate al espejo y sonríe. Desayuna!
Es importante adquirir el hábito desde pequeños y que sea un aliciente a la hora de despertarnos: la ilusión de una buen banquete que nos ayuda a cargar energía, a regular el hambre para el resto del día, a ser felices. Una de las claves para tener apetito es haber cenado con moderación y, sobre todo, adquirir el hábito, aunque al principio cueste, en nada el cuerpo se acostumbra y lo pide a gritos.
Os voy a dar ideas de un buen desayuno que os convertirá en personas saludables y llenas de energía. Yo, por ejemplo, voy combinando dependiendo de la actividad física que vaya a tener durante el día o de lo que el cuerpo me pide. Es una comida fundamental dentro de las cinco que deberías hacer a lo largo del día.
Un tazón de cereales (copos de maíz integrales, por ejemplo) con unas nueces, leche desnatada y una fruta. Si tienes un tazón grande prueba esta combinación con un plátano a trocitos y verás. La fruta es mejor en pieza que en zumo y aprovechar las de temporada. Una granada ahora mismo es fantástica aunque un buen zumo de naranja natural es una opción perfecta.
Si eres una persona con un grado muy elevado de ejercicio físico puedes optar por un desayuno de campeones: unas tortitas de avena con arándanos o frutos rojos. Para ello necesitas copos de avena que convertirás en harina triturándolos (50 gramos), una cucharadita de levadura en polvo, canela, una pizca de sal, dos claras de huevo y un chorrito de leche de avena y unas tres o cuatro cucharadas de yogur natural y sacarina líquida al gusto. Con la masa te saldrán unas tortitas esponjosas a las que añadir futas o miel.
Otra maravilla gastronómica es un buen pan tostado con tomate, aceite y jamón. Si después tomas una fruta y un café con leche, enhorabuena.
Hay gente que se levanta con unas ganas terribles de comer dulce y optan por cualquier producto industrial. No está de más que optes por preparar tus propios bizcochos: un yogur, tres medidas de harina integral, una de aceite, media de azúcar, tres huevos y un sobre de levadura en polvo es suficiente para tener un bizcocho casero que te aguantará toda la semana.
Lo importante es saber combinar: introduce siempre algo de cereales, fruta y proteína. Si eres cafetero, no te prives y, como siempre digo a una amiga adicta al dulce: si tienes que pecar, hazlo en el desayuno. Y, sobre todo, huye de la bollería industrial.
Una comida que te ayudará a mejorar tu nivel físico, tu rendimiento intelectual, te ayuda a controlar el peso, el metabolismo, mejora el estado de ánimo… ¿De verdad quieres seguir siendo de los que no desayunan?
Prueba estos consejos y verás cómo en cuestión de días tú actitud es otra y encaras la jornada laboral de una forma distinta.