Comer sólo proteínas, eliminar todos los alimentos que contengan proteínas, eliminar los carbohidratos, desayunar agua con zumo de limón, comer sólo alcachofa, comer sólo potitos, alimentarte a través de una sonda nasogástrica… La lista es infinita y su nombre las define: dietas milagro.

Se calcula que un 25% de los españoles, según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), buscan adelgazar de forma rápida y sin esfuerzo. Este elevado porcentaje son el ‘target’ o cuota de mercado para editoriales y empresas que han creado un modelo de negocio a costa de las expectativas de muchas personas que quieren adelgazar y que de forma cíclica van poniendo de actualidad estas conocidas dietas milagro.

Sin embargo hay dos factores a tener en cuenta: ninguna de estas dietas es eficaz, según la propia SEEN y ponen en riesgo, en distintos grados, la salud del que apuesta por seguirlas. La capacidad de autoengaño es mayor que la capacidad de esfuerzo y detrás de muchas de estas dietas se esconde gente sin escrúpulos cuyo único fin es ganar dinero. Hay gente que se ha hecho millonaria a costa gente desesperada. ¿De verdad quieres ser víctima de una estafa?

Aunque mucha gente no ve el riego de la salud como problema ya que en la mayoría de casos va a seguir, como mucho, unas semanas la dieta. ¿Para qué te quieres esforzar, pasar hambre o dejar de comer determinadas cosas si ya de antemano los especialistas te avisan de que vas a fracasar? Si sigues una de estas dietas, el efecto rebote te espera a la vuelta de la esquina.

Pero, ¿qué es el efecto rebote? Sin entrar en muchas explicaciones técnicas has de saber que todos tenemos un metabolismo que no es más que el ritmo al que tu cuerpo consume energía. Es decir, sólo para vivir, para respirar o andar, tu cuerpo precisa de energía que proviene de los alimentos y, cuando se le acaba, recurre al ‘almacén’ de grasa acumulada.

Si optamos por una dieta milagro, lo más normal es que tu metabolismo se ralentice ya que el cuerpo está diseñado para sobrevivir con menos energía por lo que, una vez volvamos a ingerir más comida, tu ‘motor’ metabólico irá lento y todo el excedente se convertirá rápidamente en grasa. Estas dietas suelen llevar aparejadas una atrofia muscular (piensa que los músculos son los que consumen la grasa) y crean vulnerabilidad en el sistema inmunitario, en las defensas!

La dieta debe ser un proceso de aprendizaje que nos lleve a poder comer de todo, de forma sana. Una buena alimentación junto a practicar deporte es la única clave para perder peso: por un lado, eliminando grasas innecesarias y por otro activando las necesidades de tu organismo, el gasto calórico, con el deporte. Si el sobrepeso es muy elevado, ponte en manos de un profesional, un endocrino es la mejor opción. Y déjate de excusas de horarios y trabajos y empieza moverte.

¿Cómo identificar una dieta milagro?

Si te elimina un grupo alimentario de raíz estás ante una dieta milagro. No me refiero a que te eliminen el chocolate, sino por ejemplo a los carbohidratos (necesarios para tu cerebro o tu corazón, que es un músculo). No es una broma, hay dietas que incluso eliminan las frutas y las verduras pese a los riesgos que implica esta opción para la salud.

Si lleva aparejada publicidad, un famoso como reclamo o hace promesas del tipo ‘perderás dos kilos a la semana’ o te anima a consumir laxantes o diuréticos, existe un libro que explica su funcionamiento… Estas son las señales de alerta para saber que estás ante una peligrosa dieta milagro que, además, no va a funcionar.

Para perder peso el sentido común es lo primordial y, como ya dije hace un tiempo, adelgazar es fácil. Si otros pueden, ¿tú por qué no?